MURAL DE LA CIUDAD DE SANTIAGO EN HOMENAJE A LA POETISA GABRIELA MISTRAL (1971)

Realizado por Fernando Daza el año 1971.

"MUERTE DE MI MADRE"

Ella se me volvió una larga y sombría posada; se me hizo un país en que viví cinco o siete años, país amado a causa de la muerta, odioso a causa de la volteadura de mi alma en una larga crisis religiosa. No son ni buenos ni bellos los llamados "frutos del dolor" y a nadie se los deseo. De regreso de esta vida en la más prieta tiniebla, vuelvo a decir, como al final de Desolación, la alabanza de la alegría. El tremendo viaje acaba en la esperanza de las Locas Letanías y cuenta su remate a quienes se cuidan de mi alma y poco saben de mí desde que vivo errante.

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Gabriela Mistral

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CORRESPONDENCIA DE GABRIELA MISTRAL

CARTA INÉDITA DE GABRIELA MISTRAL


Tiempos difíciles

Por Julio Gálvez Barraza
Revista de Libros, viernes 14 de abril de 2006



Por primera vez se da a conocer una carta confidencial que la poeta y Premio Nobel envió en 1948 a Julián Huxley, intercediendo por su gran amigo Luis Enrique Délano.

En marzo del pasado año, en esta misma Revista, el profesor Luis Vargas Saavedra publicó un artículo sobre la correspondencia de Gabriela Mistral con Luis E. Délano. En él hace referencia a una carta enviada a Délano el 2 de septiembre de 1948, vía Ciro Alegría. "La correspondencia entre la poeta Nobel y L. E. Délano —señala Vargas Saavedra— demuestra que la cónsul de Chile en Santa Bárbara era una fiel admiradora de la grandeza poética de Neruda".

Gabriela Mistral conoció bien a Délano, trabajaron juntos en Madrid, coincidieron en Estados Unidos, en México e Italia. Ella definió , mejor que nadie las nobles cualidades del escritor. "Un caballero de convivio literario de cuya boca aseada por natural y educación no salta el hálito hediondo de la maledicencia literaria, fiebre pútrida del gremio en razas latinas. Un sentido austero de su oficio de escritor que repugna la improvisación y que ve la profesión en su hecho exacto de temperamento y de técnica por dosis iguales. Un hombre sudamericano que al revés de los de nuestra casta se ha formado decididamente para convivencia humana y que limpiará de desorden y de suciedad a cualquier grupo..." («Recado sobre el mar y sobre un contador del mar», diario El Mercurio, 8 de septiembre de 1935).

Una desconocida carta enviada a Julián Huxley, cuya copia seguramente iba en el mismo sobre dirigido a Délano, enviada el señalado 2 de septiembre de 1948, vía Ciro Alegría, confirma el cariño y la preocupación que tenía Gabriela por don Luis Enrique y su familia.

Si contextualizamos la época en que fue escrita, veremos que en Chile eran los tiempos de la famosa Ley Maldita, días en que la prensa santiaguina encabezaba sus portadas con las novedades de la verdadera cacería emprendida en contra del senador Pablo Neruda y los dirigentes comunistas. Délano, como militante de ese partido y como cónsul de Chile en Nueva York, debía de poner sus barbas a remojar.

Gabriela era precavida con su correspondencia, sobre todo después del traspié con la publicación en Chile de aquella carta personal que le costó el puesto de cónsul en Madrid, el año 1935. Durante su desempeño en Santa Bárbara, no le escribía a Délano directamente al consulado, sino a través de Ciro Alegría, quien vivía en Yonkers, pueblo vecino a Nueva York, donde Délano recogía las cartas. Además, en el encabezamiento de la copia de la carta que dirigiera a Huxley, le advierte: "El original enviado directamente por vía aérea a Huxley. Esta carta es confidencial para Ud. también".

La misiva, resguardada en su confidencialidad por muchos años en los archivos de Luis Enrique Délano, dice:

Respetado y querido Dr. Huxley:
Perdone Ud. mi abuso y hágame la gracia de unos momentos tan preciosos como los suyos.

Sé que el chileno Enrique Délano, colega y amigo mío, le ha escrito y pienso que yo le debo a Ud. una información acerca de él.

El Sr. Délano ingresó, por mí, en el servicio consular como Secretario en el Consulado de Chile en Madrid. El sirvió allí con una perfecta ética profesional. Aprecié su gran capacidad de trabajo, su inteligencia y práctica de tipo anglo-americano (Délano pertenece a la familia Roosevelt). Hay en él, además, cortesía y bondad humana.

Yo estaría feliz de saber que esta familia vive en ambiente europeo (la Sra. Délano es de sangre francesa); pero sobre todo, me daría gran tranquilidad el saber el golpe de violencia que ha caído sobre ellos no aleja a Délano de la vida intelectual ni hace crecer en un hogar con miseria a su hijo, que se crió bajo mis ojos. Porque esta familia vivió en mi casa y me siento ligada a los tres.

Si fuese posible que mi compatriota y colega en letras trabajase cerca de Ud., sus deseos y los míos estarían colmados y los intereses reales de la América del Sur serían servidos lealmente por uno de los mejores jóvenes nuestros.

Hágame la gracia de presentar mis respetos y mis afectos a Mrs. Huxley, y Ud., querido Maestro, reciba el saludo y los votos de una amiga muy devota que sigue su obra desde lejos.

Gabriela Mistral ..................

En el ensayo "Recuerdos dispersos de Gabriela Mistral", publicado en la revista Araucaria de Chile (N° 8, Madrid, 1979), Délano recuerda la época y la preocupación de Gabriela: "Cuando se produjo la traición de González Videla, personaje a quien Gabriela había tenido como jefe en Brasil y por
quien sentía absoluto desprecio, Gabriela empezó generosamente a preocuparse de mi futuro, pues había motivos para prever que yo no duraría mucho en mi cargo... Me advirtió que me preparara, pues tarde o temprano me expulsarían, como ocurrió. Le escribió a Jaime Torres Bodet, entonces jefe de la Unesco, dándole referencias mías con vista a un trabajo...". Délano escribió su ensayo sobre Gabriela casi treinta años después, en el exilio, sin poder echar mano a su voluminoso archivo. A este riguroso memorialista, la memoria esta vez le jugó una mala pasada. La carta en cuestión demuestra que no fue a Jaime Torres Bodet a quien escribió Gabriela, sino a Julián Huxley, quien fue el primer director general de la Unesco (1946-1948), sucediéndole en el cargo el mexicano Jaime Torres Bodet (1948-1952). El relevo se produjo ese mismo año de 1948, lo que nos hace suponer que Julián Huxley no tuvo tiempo para cumplir el deseo expresado por la poeta. Y como el mismo Luis Enrique señala, su despido del cargo no tardó en llegar. Meses antes de terminar el año, recibió un telegrama de sus superiores en el que lo conminan a que niegue su militancia política o renuncie a su cargo diplomático. Délano no renunció a su militancia. Su esposa y Poli, el hijo que se crió bajo los ojos de Gabriela y a quien no quería ver crecer en un hogar con miseria, viajaron a Chile. Luis Enrique Délano se trasladó a México, donde participó activamente en la organización del Congreso Mundial por la Paz.

Unos meses después, Délano viajó desde México D.F. a Xalapa para visitar a Gabriela Mistral y solicitar su adhesión al Congreso de la Paz que se celebraría en septiembre de 1949. Cuenta que estuvo con ella 24 horas de las cuales conversaron 20. Gabriela entregó su adhesión, que junto a la de Neruda y Claudio Arrau encarnaban el trío chileno más universal pronunciándose contra el peligro de la guerra.


Carta de Gabriela Mistral a Manuel Magallanes Moure

en Cartas de Amor de Gabriela Mistral
Sergio Fernández Larraín
Editorial Andrés Bello, 1978.

Siempre pensé en que lo que es la flor misma, la coronación de mi religión, el amor a los seres está en Ud. mucho, mucho más que en mí. En Ud. es estado cotidiano, en mí florece después de luchas reñidas con mi ángel malo. Siempre lo vi como Ud. se me presenta: con un alma no viril (por virilidad entienden casi todos la rudeza) y sufre siempre que va por sus venas no la sangre espesa que da las pasiones comunes, los celos, los rencores, sino un zumo azul de azucenas exprimidas. Y vea Ud. cómo se cumple aquí cierta extraña ley según la cual llega a un paraje privilegiado un pobre anhelante atravesando diez países, y no llega, porque no le tienta o porque tiene cobardes los pies fuertes, el que está al mismo nivel del paraje aquel, separado de él por una pared frágil. Ud. no necesita ascender; está en el mismo plano, pero le repugna el esfuerzo y sobre todo un esfuerzo hacia cosas que le inspiran desamor. ¡El caso mío es tan diverso! Yo nací mala, dura de carácter, egoísta enormemente y la vida exacerbó esos vicios y me hizo diez veces dura y cruel. Pero siempre, siempre, hubo en mí un clamor por la fe y por la perfección, siempre me miré con disgusto y pedí volverme mejor. He alcanzado mucho; espero alcanzar más. ¿No ha pensado Ud. nunca que la fe sea un estado de vibración especial en el cual hay que ponerse para que el prodigio venga a nosotros o se haga dentro de nosotros? La materia necesita hallarse en tal o cual estado para quedar habilitada para tal o cual operación o transformación magnífica; en su estado natural es un imposible alterarla o realizar la maravilla que después se realiza. ¿No ha pensado Ud., cuando los descreídos alardean de no haber oído llamado alguno espiritual, que la fe mueva dentro de nosotros ocultos resortes, abra ventanas incógnitas que nadie sino ella pueda abrir, hacia lo desconocido? Ud. que sabe del amor a todo lo que vive habrá sentido que ese estado de simpatía es una felicidad. (Puede llegar al éxtasis.) Bueno; este estado de fe a que le he aludido se parece mucho a ese estado de arrobo que da ese amor. De ahí que el que ama se parezca mucho al que cree y de ahí que la fe pueda llenar el sitio que el amor debió llenar en un alma. Santa Teresa y los místicos conocieron, dentro de la exaltación espiritual, el estado del amor como el más apasionado de los mortales; no les quedó ignorado ese estado; tal cosa fue una inferioridad; lo conocieron enorme y arrebatador en sus éxtasis. Se parecen tanto el rezar y el querer intenso! El estado de exaltación en el que florece la oración, lo llevo yo a veces todo un día. Voy orando, orando; mi corazón y mi pensamiento son una llama que clamorea al cielo por trepar hasta Dios. Y esos son mis días de dicha intensa. Será que riego las cosas de mi amor y gasto raudales de espíritu; ello es que tengo después depresiones lastimosas. Y tanto como oí de luz cegadora veo después de entraña negra; ¡caigo tan alto como subí!; un hastío me roe el corazón, que un día antes fue una apoteosis y suelo llegar hasta la desesperación. No dudo de Dios, no; dudo de mí; veo todas mis lepras con una atroz claridad; me veo tan pequeña como los demás, escurriendo mis aguas fétidas de miseria por un mundo que es una carroña fofa. Sufro horriblemente. Sin embargo, estas etapas se hacen cada día más breves; ya no ocupan como antes años, meses, ni siquiera semanas. Yo he descubierto el enemigo: es la exaltación misma en el creer. Yo sé que Ja perfección no puede ser sino la serenidad. Y la busco, y la hallaré algún día. El arte daña para esta busca; el arte —y el de hoy más que otro— está impregnado de fiebre; convulsionado de una locura lamentable.

Yo no soy una artista, pero el ver estas cosas aún desde lejos daña. A mí me ha salvado la enseñanza. ¡Es tan vulgar y tan seca! Hay períodos en que yo trabajo salvajemente en cosas que ni aun necesito hacer, para gastarme esta exuberancia de fuerzas, para fatigarme el espíritu inquieto.

¿Por qué le hablo tanto de mí? No sé; me parece un deber mío mostrarle todo lo que de malo y de amargo yo alojo dentro. Cada día veo más claramente las diferencias dolorosas que hay entre Ud. —luna, jazmines, rosas— y yo, una cuchilla repleta de sombra, abierta en una tierra agria. Porque mi dulzura, cuando la tengo, no es natural, es una cosa de fatiga, de exceso de dolor, o bien, es un poco de agua clara que a costa de flagelarme me he reunido en el hueco de la mano, para dar de beber a alguien, cuyos labios resecos me llenaron de ternura y de pena.

Vea Ud., pues, cómo ésta que cree que siente a Dios pasar a través de ella como a través de un lino sutil, es tan miserable, tan llena de máculas al lado de Ud. y que no cree. Esto mismo ¿hará que a Ud. no le importe el creer? No, hará que Ud. lo desee porque si con mi escoria negra suelo yo hacer una estrella (entrar en divino estado de gozo espiritual) Ud. con su pasta de lirios a qué zonas entraría, qué corrientes de luz eterna atraería a su mar, qué vientos cargados de olor a gloria bajarían a su valle, si Ud. quisiera gritar con todas sus fuerzas creo?

No, yo no soy capaz de enseñarle nada y todo lo que puedo hacer por Ud. es matar sus ocios con cartas largas que le devoren una hora de fastidio.

La vida me ha dejado un guiñapo sucio de las ropas magníficas que mi alma debió tener y Ud. no puede, ¡no, por Dios, llamarme maestra! Si no fuera Ud. quien lo dice, me parecería una burla.

Respecto a los "Juegos Florales": me dolió lo que un anónimo me decía porque —y aquí le confesaré uno de mis fanatismos— se me decía allí farsante. Ponga Ud. en lugar de esa palabra cualquier insulto, cualquiera, y me quedo tranquila; pero nada he cuidado más celosamente que de ser presuntuosa y me he arrancado con pinzas calientes las pequeñas vanidades que me asomaban a flor de labios y de ahí que me exaspere la palabra farsante más que otra cualquiera. Sobre la publicación de la poesía, hay esto: Yo no he querido que la poesía se conozca, y esto por razones morales largas de contar. La he negado a varias publicaciones de provincia que me la pidieron. Sin embargo, alguien me la ha sacado de entre mis papeles y sé que la ha mandado a alguna parte. Por cierto que yo no he autorizado esto. Ni aun va firmada. Así, pues, agradézcole hondamente su bondadosa proposición y no la aprovecho por las razones dadas.

Le he dicho que tengo malos días. Este es uno y otros le han precedido. Hoy me he visto tan miserable que he desesperado de ser capaz de hacer bien. A nadie, a nadie puede dar nada quien nada tiene. ¡Dulzura! me he dicho. Pero si no la poseo. ¡Consolación! Si eres torpe y donde cae tu mano es para herir. Y este demonio me ha azuzado cruelmente. No es a los demás a quienes odio en estos días, es a mí, a mí. No sé; el negror de los pinares se me entró en el espíritu. A propósito. Corrija en ellos cambiando en "Así el alma era — tapiz sonrosado", tapiz por alcor. Debí empezar hablándole de unos ejercicios para su salud. Llenarán mi próxima. Espero lavarme de mi lodo de pesimismo y estar limpia para mi próxima. ¿Es verdad que Ud. mejora? ¿Usa Ud. también las mentiras piadosas de que me habla? El 4 de Frbro. me voy a Talcahuano, talvez dos días antes, talvez.

Rezo por Ud. esta noche, con fervor intenso.

L. Godoy

26 de En.


GABRIELA MISTRAL 50 AÑOS DE SU MUERTE

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A 50 años de su muerte

El 10 de enero de 1957, Chile perdió al primero de los dos premios Nobel que registra nuestra historia. Ese día murió en un hospital de Nueva York, Gabriela Mistral, la primera en recibir el codiciado galardón, el 11 de diciembre de 1945.

Lucila de María del Perpetuo Socorro Gody Alcayaga, su verdadero nombre, había vivido gran parte de sus últimos años de vida en Estados Unidos, por su labor como cónsul vitalicio.

Su figura nunca ha tenido la misma repercusión mediática que logró Pablo Neruda, el otro nobel nacional, porque su personalidad fue más retraía que la del vate, quien a través de sus casas y su particular estilo de vida siempre ha destacado más.

muerte

Pero su biografía guarda varios episodios polémicos que aún se mantienen sin aclarar, que se unen a las dificultades que debió enfrentar desde pequeña. Como su necesidad de comenzar a trabajar a los 15 años en una escuela, sin ser profesora.

Como suele ocurrir, su extensa obra fue reconocida primero en el extranjero y luego de varios años Chile reconoció su legado.



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GABRIELA MISTRAL Y YIN YIN

Oraciones a Yin y por Yin


I. Con Yin

.....Hijito nuestro, perdóname si te fallé en tus horas más apremiadas. Perdóname que en los momentos en que decidías tu destino, yo no haya estado junto a tu tribulación.
..... Ay, ese largo forado en el tiempo, por el cual entraste a tu agonía, pudo haberme tenido cerca, si no a tu lado, y aún capaz de convencerte y de irte guiando hacia la vida.
..... Perdóname, hijito, perdóname todas mis lejanías y alejamientos. Perdóname en mérito de lo que te di siempre: mi amor anudado a tus pasos, mi pobre amor que ahora se tambalea y cae como una bandera sin mástil.
..... Sentada al fondo de este pozo de ceniza, óyeme a través de la noche y recibe mi pena, alta como humareda.
..... Te busco y te rastreo por las cosas que aún están tibias de ti, que aún dan tu suave vaho; he dejado sobre tu mesa los libros abiertos, y abiertas se han quedado las cortinas, todo expectante como tus ropas, que casi logran cuajar tu bulto arrancado.
..... Murmúrame en el sueño, neto y rotundo, tu nombre y mi nombre. Lo escuche así yo, durmiendo, y despierte recién nacida de perdón.

..... Nosotras te queremos y te buscamos cada día, Yin; amor nuestro. Las dos seguimos viviendo contigo y para ti. Yin, sin olvido alguno, con los ojos puestos en tus ojos dulces y queridos.
..... Yin, chiquito nuestro, tú no has perdido una sola gota de nuestro amor; tú nunca nos perderás.
..... Tú estás, Yin, en nuestra memoria despierta y estás también en nuestro corazón dolorido.
..... Pero es en nuestro espíritu en donde tú, chiquito nuestro, estás con nosotras sin tristeza alguna y sin queja alguna dolorida.

..... Allí estás tú con nosotras y en el alma de nuestra alma, estamos siempre allí, estamos íntegros, limpios de toda miseria, reconciliados los tres, abrazados y felices.
..... Allí es donde querríamos verte siempre, recibirte y tenerte, amor nuestro; darnos a ti, gozar tu compañía, asomados por gracia nosotros tres a la Eternidad.
..... Ayúdate a ti mismo y ayúdanos a nosotras para que vivamos con frecuencia allí contigo, juntos los tres en ese punto de gracia. Y para que los tres seamos allí purificados y allí iluminados.
..... Vida nuestra, amor nuestro, pena y alegría nuestras, chiquito Juan Miguel, flor de nosotras.

..... En donde ahora estés, amor mío, sé feliz, sé feliz.
..... La felicidad tuya nacerá de tu alma y no de lo que te acontezca, así sea lo mejor.
..... El Cristo que está en ti te dará la alegría. Acuérdate que Él va en ti, va contigo: te conduce y marcha a tu lado.
..... Unete a El, mi amor, vuélvete a El, mi amor.
..... Si en tu nueva Patria, en tu zona, en tu reino de hoy, existen espíritus angélicos sutilmente alertas para proteger y guiar, alégrate de ser el heredero de la redención que te trajo Cristo a la Tierra.
..... Y alégrate también, mi Yin, mi Juan Miguel, de nuestro pobre amor que te cubre, te bendice y te sigue eternamente.
..... Mi pensamiento va a encontrarte, niñito mío; él hace camino por encontrarte y quedar contigo.
..... Es mi amor el que va en busca tuya; es la fidelidad de mi amor, chiquito mío.
..... Mi espíritu desea quedar contigo mientras mi cuerpo duerme. Por abrazarte, por acariciarte, por sentirte y hacerte una larga compañía.

..... El sol y el gozo de Cristo bañan nuestras vidas.
..... El Vivificador nos levanta, nos re-crea y sopla sobre nuestra muerte su resurrección inacabable.
..... El sol de Cristo riega nuestras vidas, y las fertiliza y las vuelve a su semejanza en dulzura y valor, en gracia y fecundidad.
..... El nos acrecienta cuando disminuimos, amor mío, Juan Miguel, él dobla nuestros recursos espirituales, nuestra inspiración y nuestra creación; el Sol de Cristo que baña todos los mundos, vierte una inmensa alegría sobre la muchedumbre de sus criaturas, cuya alabanza sube hacia El, día por día y hora por hora.
..... En el corazón nuestro que él habita, Cristo está lavándonos, depurándonos y purificándonos, a cada instante.
..... Por la vida de nuestro corazón, El nos afirma y nos fortalece. A ti y a mí, Juan Miguel, y a cuantos se vuelven hacia El.
..... Cristo nos habla desde el corazón, chiquito mío, y nos instruye desde allí y nos enseña sin palabras.

..... Cristo nos alegra desde el corazón, hijito nuestro. Desde el corazón, El va rehaciendo la inocencia perdida que necesitamos para recobrar el reino de los cielos. Esa inocencia volverá a nosotros con sólo que dejemos la malicia, la mentira, el fraude y los caminos torcidos. Esa inocencia tiene la mirada recta y piensa con el alma y el corazón. Ella es alegre, tierna, ligera, fresca, y como lluvia de rocío. Recobra tu inocencia, hijito nuestro, busquémosla en Su corazón y Su manadero, que es el Cristo que está en nosotros.
..... Tú estás, Yin, en nuestra memoria despierta, y estás también en nuestro corazón dolorido. Pero es en nuestro espíritu donde estas tú con nosotras, sin tristeza alguna.
..... Allí, en el alma de nuestra alma, estamos, Yin, sin tiempo, integros, limpios de toda miseria, abrazados y felices.

..... A cada duda tuya, amor nuestro, pide la ayuda del Espíritu Santo. El nos fue dado como inspirador y como respondedor. El va del Padre al Hijo y llega a darnos el auxilio sobrenatural de que necesitamos. A cada obscuridad, a cada incertidumbre, a cada conflicto, pide, hijito nuestro, la claridad y la resolución al Espíritu Santo.
..... Chiquito Yin, cariño de nosotras, pena de nosotras, ansiedad de nosotras, busca a tu Madre María, llámala en tu ayuda, nómbrala con ternura, cree en ella y no dudes al buscarla. Aprende con ella el amor de las criaturas; toma de ella la humildad, toma de ella la paciencia que te faltó aquí abajo y báñate en su divina ternura.
..... A mi costado derecho, donde mi corazón te dé y te reciba latido por latido, yérguete, álzate, mientras rezamos el Pater Noster.
..... De pie y con los brazos abiertos, agradezcamos a Cristo su Pasión que nos ha redimido y en cuya misericordia seremos perdonados, Juan Miguel, con perdón que El da siempre.
..... Costado a costado, demos gracias al Padre, al Hijo, y al Santo Espíritu por habernos creado para regresar a su íntima delectación y ser hechos resplandor de su lumbre, ascuas de su resplandescencia.


Para Yin

..... En este nuevo día, mi amor fiel e integro va hacia ti, Juan Miguel, Yin.
..... Siente que mi pobre amor llega hasta ti y se queda un tiempo contigo.
..... Yo no quiero turbarte si ya tienes paz y dicha, vida mía.
..... Pero si tú no la tienes todavía enteramente, sabe tú, niñito mío, que mi ternura vela por ti y sabe que me quedo al lado tuyo buscando darte algo de esa paz y de esa alegría.
..... Recíbeme, vida mía, siénteme y reconóceme.
..... Yo quiero comenzar y terminar mi día contigo, con tu corazón en mi mente, y tu nombre en mi boca.


Conversación con Yin Yin

..... A cada atardecer vamos hacia ti, amor nuestro, y tú vienes hacia nosotras y con el favor divino, volvemos a estar juntos.
..... Míranos, criatura nuestra, con tus vistas inefables, recibe lo mejor de nosotras y de nuestra vida y acepta a las dos almas que siguen siendo tuyas.
..... Pídenos, Juan Miguel, en tu silencio maravilloso, lo que podamos darte ahora, lo mismo que pedías antes el alimento y las ropas.
..... Aquí estamos diciéndote nuestro amor desgraciado y fiel, amor de ayer, de hoy y de siempre.
..... Te agradecemos, hijito, las alegrías que nos diste muchas veces. Tú, perdónanos el que no supimos darte la dicha que andaba buscando tu corazón arrebatado.
..... Haz la oración con nosotras. Alaba a Dios con nosotras y pídele su bendición junto con nosotras al acabarse el día.
..... Este fue un día más en el que te quisimos y te buscamos, un día más de "saudade", de extrañeza por no tenerte, Juan Miguel, luz y cariño de nuestras dos vidas.
..... El Señor te llame hoy hacia El; la paternidad de Dios te cubra por entero y no la pierdas más. La misericordia amorosa de Jesucristo se vuelva hoy hacia ti, amor nuestro, desgraciado y profundo amor.
..... La Madre María cure en ti las heridas de la Tierra y en el Paraíso tengas tú la juventud que no alcanzaste aquí.
..... Bendice esta casa donde trabajan y rezan por ti Palma y Gabriela. Déjanos caer en el jardín, en los objetos familiares, en el aire vegetal y puro algo de la paz que tú tienes ahora, alguna dulzura del bien que alcances y lo que rebose de tu espíritu que ya conoce y sabe y está aplacado en Dios.
..... Bendito seas una y mil veces, cariño nuestro, ternura nuestra; bendito allí donde estés, sea el lugar que fuese; bendito si nos recuerdas y si nos olvidas también.
..... Te bendecimos con el espíritu, con el corazón y con la pobre memoria llena de ti. Sin distancia alguna te bendecimos, gracias a la oración cabal; con la mano en tu mano y el aliento junto a tu cara, te bendecimos.
..... Y pedimos a Dios reunirnos contigo, hijito nuestro, fiesta suspensa y no acabada de nosotras, que ha de continuar en aquel reencuentro que nos fue prometido por Jesucristo, los Profetas y los Santos.

..... Ponte en mis palabras y reza por mi boca, hasta que de tan enarbolado, te sueltes y vayas cimbreando en la ráfaga del fervor.
..... ¿Qué más puedo darte con mi pobre oración?
..... Te traigo este ruido con rumbo, el golpeteo del mirlo contra el granito, sabiendo que con fe, mi blando empeño descerrajará las rocas.
..... Recemos juntos, amor mío, Juan Miguel. Juntemos en una voz tu invisible denuedo y mi esperanza. Atemos tus palabras en las mías y pongámoslas sobre el umbral del cielo, para que de allí las recojan los ángeles que regresan.

Oracion con Yin por el Universo

..... Nuestro amor alcanza a todos los mundos, niñito mío.
..... El amor nuestro quiere abrazar todo lo creado y desea alcanzar a todas las esferas, segun hace día por día el amor del Padre, del Hijo y el Espíritu Santo.
..... Nuestro cariño va en busca de las criaturas, una por una; las reconoce y les deja su bendición.
..... Nosotros depositamos nuestro amor sobre los minerales, las vegetaciones, los animales y cuanto vive o alienta por voluntad de Dios.
..... Nuestro amor alaba al Dios Creador junto con el coro inmenso de los demás seres.
..... Nosotros y sus demás hijos damos al Dios padre la acción de gracias y el aleluya de cada dís y también la de cada momento.
..... Con los Angeles y las Potencias vueltas hacia el Señor, nosotros pedimos su bendición: ¡Aleluya, Aleluya!


¿Tía o Madre de Yin Yin?




.... Pongamos en un platillo de balanza frases escritas por Gabriela Mistral afirmando ser tía de Yin Yin; y pongamos en otro la reciente declaración oral hecha por Doris Dana: Gabriela Mistral le habría confesado, en su postrimería, ser la madre de Yin Yin. Aunque esta balanza sea dispar, pues por un lado pesa escritos y por el otro voces, veamos cómo obran sus respectivas persuasiones.

..... Lo escrito indica fehacientemente que, según Gabriela Mistral, ella es tía y no madre. La prueba de mayor peso es el siguiente trozo de una oración por el alma de Yin Yin:

..... "Madre de Juan Miguel, madre que por voluntad de su Creador él ya no tuvo cuando supo entender y hablar, madre que se le fue antes de cantarle sus canciones de cuna, madre cariñosa que hubiese sabido darle los cariños que yo no supe; madre cabal donde yo era un mero balbuceo, una cotidiana torpeza; madre catalana con leche del Mediterráneo, que lo hubiese amamantado en sedimentos de olivos y mármoles, dándole la dulzura fuerte, el brillo enérgico, la ductilidad sin compromiso, que yo no pude nutrirle, perdóname si no lo hice feliz; perdóname si por culpa mía se fue quebrando la Ley de Moisés". (Luis Vargas Saavedra. El Otro suicida de Gabriela Mistral. Ediciones Universidad Católica de Chile, 1985, 103).

..... Otra aseveración contundente es lo que le escribe a Eduardo Frei M. : "Se mató mi sobrino Juan Miguel, hijo de un hijo natural de mi padre, y de una madre catalana, que era la flor de mi casa, mi compañero de Lecturas, de viajes, de conversción, de todo".

..... En el otro platillo, la credibilidad y autoridad de Doris Dana puede parecer formidablemente poderosa, pero la ejerce tardíamente y con beneficio. Demasiado aguardar 42 años para noticiar algo que pudo decirse hace 40 años.

..... De manera que la balanza se inclina a favor de las evidencias escritas por Gabriela Mistral y no hacia el confieso-que-me-confesó, de Doris Dana, a quien bien pudo habérselo dicho tal cual, pero se lo decía con la mente estragada por arteriosclerosis sobre mitomanía. Pudo incluso ya habérselo ella misma creído, tal como se creía el reajuste imaginario que constantemente efectuaba de su vida. Por ejemplo, a Alfonso Reyes le dice que el Premio Nobel se lo dieron antes de irse a Brasil.

..... Si hubiera tenido un hijo, lo habría asumido. Pues resulta improbable que una personalidad tan corajuda ante lo burgués y lo ñoño se acobardara o avergonzase de confesar en su vida lo que ya había proclamado en 1922, en la nota a los "Poemas de las madres", en Desolación: "la santidad de la vida comienza en la maternidad, la cual es, por lo tanto, sagrada", esa santidad alcanzada incluso sin matrimonio y sin compañero. Tenía entonces cerca de 33 años y muchos lectores la creyeron entonces efectivamente madre con huacho... Raro es que una persona que desde los treinta años se siente "vieja" -así lo dice en muchas cartas y mejor aun en verso: "ya jaspea sobre mis sienes la ceniza precoz de la muerte" - vaya a cometer el desliz temerario de tener un primer hijo a los 38 años. Y curioso que el padre no se enterara de una paternidad que, de saberla, habría voceado, aun más tratándose de una mujer famosa que se volverá celebérrima. Un padre así de fugaz, de convenientemente anónimo, parece promiscuo desvarío de una noche. O él muy Don Juan, o ella muy alterada.

..... Si no fue madre física, es aun más reina de su imaginación y más extraordinaria toda su obra en que engrandece la maternidad no habida.

..... En tanto no aparezca una declaración de puño y letra por Gabriela Mistral reconociendo a Yin Yin como hijo suyo, lo más plausible es continuar creyendo en sus declaraciones escritas. Nunca varió la versión de que Juan Miguel Godoy Mendonza ( con ene, como consta en su Certificado de Defunción) era hijo de un hermano natural suyo y de una catalana.

Luis Vargas Saavedra
en Revista de Libros
20 de noviembre de 1999


DISCURSO DE GABRIELA MISTRAL PREMIO NOBEL DE LITERATURA

Discurso de Gabriela Mistral ante la Academia Sueca al recibir el Premio Nobel de Literatura, el 12 de diciembre de 1945


"Tengo la honra de saludar a sus Altezas Reales los Principes Herederos, a los Honorables Mienbros del Cuerpo Diplomático, a los componentes de la Academia Sueca y a la Fundación Nobel, a las eminentes personalidades del Gobierno y de la Sociedad aquí presentes:

..... Hoy Suecia se vuelve hacia la lejana América ibera para honrarla en uno de los muchos trabajos de su cultura. El espíritu universalista de Alfredo Nobel estaría contyento de incluir en el radio de su obra protectora de la vida cultural al hemisferio sur del Continente Americano tan poco y tan mal conocido.

..... Hija de la Democracia chilena, me conmueve tener delante de mí a uno de los representantes de la tradición democrática de Suecia, cuya originalidad consiste en rejuvenecerse constantemente por las creaciones sociales valerosas. La operación admirable de expurgar una tradición de materiales muertos conservándole íntegro el núcleo de las viejas virtudes, la aceptación del presente y la anticipación del futuro que se llama Suecia, son una honra europea y significan para el ontinente Americano un ejemplo magistral.

..... Hija de un pueblo nuevo, saludo a Suecia en sus pioneros espirituales por quienes fue ayudada más de una vez. Hago memoria de sus hombres de ciencia, enriquecedores del cuerpo y del alma nacionales. Recuerdo la legión de profesores y maestros que muestran al extranjero sus escuelas sencillamente ejemplares y miro con leal amor hacia los otros miembros del pueblo sueco: campesinos, artesanos y obreros.

..... Por una venturanza que me sobrepasa, soy en este momento la voz directa de los poetas de mi raza y la indirecta de las muy nobles lenguas española y portuguesa. Ambas se alegran de haber sido invitadas al convivio de la vida nórdica, toda ella asistida por su folklore y su poesía milenarias.
..... Dios guarde intacta a la Nación ejemplar su herencia y sus creaciones, su hazaña de conservar los imponderables del pasado y de cruzar el presente con la confianza de las razas marítimas, vencedoras de todo.

..... Mi Patria, representada aquí por nuestro culto Ministro Gajardo, respeta y ama a Suecia y yo he sido invitada aquí con el fin de agradecer la gracia especial que le ha sido dispensada. Chile guardará la generosidad vuestra entre sus memorias más puras"

Paula Miranda
Universidad de Chile


Gabriela Mistral tuvo la costumbre de contar las cosas, de estampar momentos históricos o cotidianos en un lenguaje que mezcló prosa y poesía, indistintamente. Practicó un adentrarse en las cosas y en las personas, un penetrar las materias y contarlas para otros, descubrirlas, revelarlas, genealogizarlas; y lo hizo como quien relata una anécdota a un niño, haciendo que todas las palabras que él recibe se transformen en imagen viva en su realidad mental.

Pero la prosa de Mistral no es homogénea en ningún sentido. Esto, porque la escribió para diversos fines, en distintas circunstancias y en muy variados géneros: discursos públicos, oraciones, reflexiones, ensayos, recados, artículos, semblanzas, homenajes, recomendaciones, declaración de principios, etc.

Su necesario pudor no le permitió nunca publicar sus "prosas" en formato de libro. Durante más de treinta y cinco años fue entregando por todo el continente sus escritos, los que aparecieron en periódicos y revistas; de ahí la marca coyuntural en muchos de ellos, y la variación tonal, que va desde un temple tremendamente intimista hasta el tono de la maestra que viene a ejercer en la tierra su labor doctrinaria. En cada caso la forma se adecuaba al contenido, evitando siempre lo excesivo.

Ya en 1919 en la Revista Mireya, fundada por ella misma en Magallanes, escribía a favor de causas sociales, pero no a la manera grandilocuente o ideológica del nacionalismo en boga, sino muy política y concretamente. Preocupada por las condiciones miserables en que estudiaban los niños australes de Magallanes, en el número 6 de la revista, en noviembre de 1919, aboga por sus vacaciones de invierno: "Para que no sufran los niños en salas húmedas y frías".

Gabriela difundió su obra en prosa en periódicos, pasquines, revistas nacionales y extranjeras. De todos estos medios los más permanentes fueron dos: El Mercurio (diario chileno) desde 1922 en forma intermitente, y Repertorio Americano (publicación costarricense) entre 1919 y 1951. Gabriela dedicaba gran parte de su tiempo a escribir artículos o discursos que luego leería en algún evento o que publicaría. Fue sólo en forma póstuma que su prosa se editó en formato de libros antológicos; excepción hecha de la prosa contenida en Desolación (1922), Tala (1938) y la prosa que incluyó en Lecturas para mujeres (1924). Texto, este último, elaborado y diseñado por la propia Mistral, donde seleccionó una amplia antología de textos - incluidos los suyos- para ser leídos por las alumnas de la Escuela Industrial de Mujeres "Gabriela Mistral", en México.

Mistral, con treinta y tres años - "edad peligrosa para una cristiana sin iglesia" (Teitelboim, 1996)- había arribado a México invitada por José Vasconcelos, entonces Ministro de Educación. No la invitaban sólo por sus rondas infantiles ni por sus sonetos de la muerte premiados en los Juegos Florales de 1914: durante 18 años había ejercido su labor de maestra en Chile, desempeñándose como directora en algunos liceos y su labor literaria era, para entonces, pequeña, "pero efectiva". Muy conocidas eran sus colecciones de poesía para textos escolares y su nombre recorría el continente con el Repertorio Americano. Todo esto ocurría sin que ella hubiese publicado su primer libro "Desolación", lo que haría ese mismo 1922, gracias a la iniciativa de un grupo de profesores en la Universidad de Columbia.

Esta sostenida escritura en prosa cumple básicamente tres funciones: primero, poder articular en un lenguaje menos simbólico y sintético, en un lenguaje que pudiera vencer las limitaciones que impone la imagen poética a la elucidación lectora, una abundante reflexión crítica e intelectual referida a la contingencia mundial, continental y nacional, aportando a la configuración de la historia de las ideas desde Latinoamérica. (El mismo Premio Nobel de Literatura fue otorgado no sólo por la "belleza estilística de sus versos", sino por la armonía que había entre su praxis y su pensamiento.)

En segundo lugar, la escritura de estos textos en prosa significaba para ella su sustento económico fundamental, sobre todo si pensamos que durante muchos años ejerció consulados en diversos lugares sin percibir por ello remuneración alguna, y que durante seis años el presidente chileno Carlos Ibáñez del Campo le suspendió su pensión de maestra. Decía ella: "estoy obligada a escribir una barbaridad de artículos gacetilla para poder mantenerme".

Una tercera función es la vinculada con su afán de escritura irrefrenable, "porque es anotadora, escritora incurable, además de enferma imaginaria y real", dice Laura Rodig, su primera secretaria.

Estas tres funciones aparecen en ella bajo la forma de discursos públicos ante asambleas e instituciones, "artículos gacetilla", recados, notas periodísticas, comentarios, recomendaciones, cartas públicas, etc. Prosa que, siguiendo la línea trazada por José Martí, cubrirá una amplia gama de temas: semblanzas de personajes; descripción emotiva de lugares, objetos, países, quehaceres humanos, fenómenos sociales o naturales; filiaciones religiosas (especialmente su cristianismo con "sentido social), recado-ensayos sobre problemas y temas contingentes o permanentes e incluso "oraciones" escritas y rezadas por ella. Un caso muy particular son las oraciones dedicadas a su hijo Yin-Yin, para mitigar el dolor causado por su suicidio.

Esta prosa, a la que se suma una importante producción epistolar, le permitirá a Gabriela armonizar, aunque sea puntualmente, las muchas vidas que tenía que vivir y superar los diversos lugares públicos en los que sucesivamente fue puesta, ya sea en la imagen de la maestra, de la amante dolorosa o de la mujer intelectual. En carta a Manuel Magallanes Moure dice: "Mi herencia es cosa fatal; la cultura nada ha hecho en mí o porque estudié tarde o porque los temperamentos primitivos repelen la educación...(...). ¡Ah, Manuel! Por qué me he puesto yo por unos cuantos gramos de intelectualismo, lejos del hombre del pueblo, que debió ser mi compañero, si estoy tan infinitamente lejos del hombre civilizado, en el alto sentido de la palabra... no me siento dentro de casi ninguna acción civilizada. Sin embargo, no se dice de mí - por la mayoría- que sea una salvaje. Es que vivo dos vidas: la que me hace vivir el mundo y la otra".

Al realizar la semblanza de una amplia gama de personajes históricos, la poeta diseña la fisonomía fundamental de cada uno de ellos, para luego indicar su aporte en el acontecer del contexto sociohistórico que le correspondió habitar.

Reviven en esos escritos seres de todo tiempo y lugar, hermanados por el ojo humanista y social de Mistral. Por ahí desfilan Sor Juana Inés de la Cruz, Pablo Neruda, Romain Rolland, Rainer María Rilke, San Vicente de Paul, San Francisco de Asís, Santa Catalina de Siena, Isadora Duncan, Augusto César Sandino, Alfonso Reyes, Fray Bartolomé de las Casas, Pierre y Madame Curie, Alfonsina Storni, Selma Langerlöf, Rubén Darío, etc. Diversos quehaceres, diversas épocas. Frente a esos retratos, Gabriela jamás toma la distancia épica del retratista, muy por el contrario, en esas semblanzas humanas Gabriela parece describirse a sí misma, sobre todo en sus deseos y temores. Hablando de la última hora de Sor Juana Inés de la Cruz, musita: "Tiene entonces, como San Francisco, un deseo febril de humillaciones, y quiere hacer las labores humildes del convento….Esta es para mí la hora más hermosa de su vida; sin ella yo no la amaría". Hablar de los otros le permite autoconfigurar su propia imagen, tan fragmentada y violentada en la vida real. Le permite también recomponer parte de lo que reconoce como su raza: "Una vez más yo encarno aquí, a sabiendas, con las tareas del mestizaje verbal… Pertenezco al grupo de los malaventurados que nacieron sin edad patriarcal y sin Edad Media; soy de los que llevan entrañas, rostro y expresión conturbados e irregulares a causa del injerto; me cuento entre los hijos de esa cosa torcida que se llama una experiencia racial, mejor dicho, una violencia racial".

Cuando se trata de pensar los lugares, Mistral no sólo constata su "destierro" permanente, sino también su calidad cosmopolita; aquella imagen de ciudadana del mundo que no por pertenecer a la extirpe universal ha abandonado su tierra nativa: el valle de Elqui. Las fuentes para escribir sobre diversos lugares del mundo son los libros y las vivencias. Junto a una muy enorme prosa dedicada a Chile, a sus paisajes, personajes, lugares, olores y músicas, están las otras patrias: Argentina, Italia, Bélgica, México, España, Puerto Rico, Francia, etc. Lugares en los que ella trabajó y vivió; y que recorrió, rescatando sobre todo su "geografía humana". De ellos escribirá sobre sus mitos, personajes, rincones, artesanías, reformas sociales, paisajes. De hecho, póstumamente se reúne toda la prosa referida a México en Croquis Mexicanos y a Italia, en Italia caminada (Gabriela Mistral). Su experiencia a veces dramática en algunos países, quedó más bien estampada en sus cartas que en su prosa. Un libro reciente rescata su compleja experiencia en España (Castilla, tajeada de sed como mi lengua. Estudio y recopilación epistolar, realizada por Luis Vargas Saavedra).

A ratos su prosa le parecía siútica, y quiso preservar por sobre cualquier tipo de forma pulcra un pensamiento consistente. La intención es casi siempre elogiosa, pero en algunos casos levanta su voz para discrepar. Los tonos varían dependiendo del tema o de la circunstancia que rodea al discurso. El justo equilibrio entre coloquialidad y sofisticación le permite evitar cualquier tipo de banalidad o de hermetismo. Junto a sutiles y complejos devaneos espirituales, están las "estampas" de la realidad. En esta línea el tono a veces es crítico, las más de las veces es reflexivo, analítico, plástico, intimista…todo atemperado por su mirada poética: "Cuando yo veo a Selma en estampa-que es como yo ando viendo a las gentes-se me hace un hermoso bulto sentado, parecido al de un invocador de serpientes". Cuando Gabriela describe la índole de los textos que seleccionó en Lecturas para mujeres, parece resumir su propio quehacer: "he buscado…primero, intención moral y a veces social; segundo, belleza; tercero, amenidad".

Las diversas antologías que recogen gran parte de su escritura en prosa fueron elaboradas en forma póstuma, y la mayoría de las veces se compilaron de una manera más bien temática, que temporal o genérica. Si bien esto ordena la producción mistraliana en prosa, sucede a veces que los propios textos trascienden la clasificación temática a la que han sido adscritos o bien pierden mucho de las situaciones enunciativas o contextos en los que fueron producidos. Esta labor de publicación es, pese a algunos problemas metodológicos, inestimable. Fue el padre Alfonso Escudero, con los Recados contando Chile, quien inauguró esta labor en 1957; a él le siguieron inmediatamente Sergio Fernández Larraín, Roque Esteban Scarpa, Luis Vargas Saavedra, Alfonso Calderón, Jaime Quezada y muchos otros.

La siguiente selección de prosa es sólo una invitación para una lectura más profunda y amplia de sus escritos, los que gracias a este grupo de estudiosos se encuentran hoy, más que nunca, al alcance de nuestras manos. Quisimos conservar en cada "sección" el nombre de las antologías de las cuales proviene el texto seleccionado, como una manera de orientar a aquellos lectores que quisiesen consultar las antologías en bibliotecas y librerías chilenas.

Agradecemos a todos los investigadores que han publicado la prosa mistraliana el habernos cedido gentilmente sus derechos.

Los libros con prosa de Gabriela Mistral, exceptuando la vasta edición de sus escritos epistolares, son, en orden cronológico de publicación, los siguientes:

Revista Repertorio Americano. Costa Rica (Joaquín García Monge, dir). Mario Céspedes en Recados para América registra, en un exhaustivo listado final, 152 artículos, que abarcan temporalmente desde el Sábado 20 de Septiembre de 1919 ( Nº 3, Tomo I) hasta el 15 de Enero de 1951 ( Nº 2, Tomo XLVII).

Lecturas para mujeres. Gabriela Mistral ( 1922-1924). México: Secretaría de Educación de México, Departamento Editorial, 1923. (1º edición). Prólogo de Palma Guillén de Nicolau. (7º edición, México: Editorial Porrúa, 1988).

Palabras para la Universidad de Puerto Rico. Puerto Rico: Universidad de Puerto Rico, 1948.

Recados contando a Chile. Alfonso Escudero, comp. Santiago de Chile: Editorial Pacífico, 1957.

Motivos de San Francisco. César Díaz-Muñoz, sel. y prólogo. Santiago de Chile: Editorial del Pacífico, 1965.

Antología poética de Gabriela Mistral. Alfonso Calderón, sel. Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 1990. (1º ed. De 1974).

Recados para América. Textos de Gabriela Mistral. Mario Céspedes, comp. Santiago de Chile: Revista Pluma y Pincel/Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz., 1978.

Prosa Religiosa de Gabriela Mistral. Luis Vargas Saavedra, comp. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello, 1978.

Gabriela anda por el mundo. Roque Esteban Scarpa, comp. Santiago: Editorial Andrés bello, 1978.

Materias. Prosa inédita. Alfonso Calderón, sel. y prólogo. Chile: Editorial Universitaria, 1978.

Grandeza de los oficios. Gabriela Mistral. Roque Esteban Scarpa, comp. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello, 1979.

Magisterio y niño. Roque Esteban Scarpa, comp. Santiago de Chile: Editorial Andrés bello, 1979.

Elogio de las cosas de la tierra. Roque Esteban Scarpa, comp. Santiago de Cgile: Editorial Andrés Bello, 1979.

Croquis Mexicanos. Alfonso Calderón, comp. Santiago de Chile: Editorial Nascimento, 1979.

El otro suicida de Gabriela Mistral. Luis Vargas Saavedra, comp. Santiago: Editorial Universidad Católica, 1985. (Contiene un extenso, documentado y profundo estudio de Vargas Saavedra sobre el tema)

Prosa de Gabriela Mistral. Alfonso Calderón, comp. Santiago: Editorial Universitaria, 1989.

Italia caminada (Gabriela Mistral). Miguel Arteche, sel. y prólogo. Santiago: Instituto Italiano di cultura in Chile, Gutemberg, 1989.

Invitación a Gabriela Mistral ( 1889-1989). Gladys Rodríguez Valdés, comp. México: FCE (Colección Tierra Firme), 1990.

Antología Mayor de Gabriela Mistral. Santiago: Editorial Lord Cochrane, 1992.

Cuenta-mundo. Jaime Quezada, sel. y prólogo. Santiago de Chile: Editorial Universitaria, F1993.

Antología de poesía y prosa de Gabriela Mistral


Impresiones de Estados Unidos

Gabriela Mistral

Para los que no conocen este adjetivo aplicado a una escuela literaria, doy la explicación que a los demás sobra.

Entre los hijos legítimos y espurios que le han nacido al modernismo está la escuela estridente. Odia estas cosas y va contra ellas: la frase melódica, la arquitectura de la palabra en estrofa, el ritmo, la bucólica, el romanticismo. Pretende traducir el sonido del siglo, la coloración del siglo y así sus poetas buscan imitar el silbato de los trenes y el chirrido de la usina. Tiene la fobia del matiz y busca los colores crudos: el azul prusia, el rojo sangre, el verde del papagayo, (que es un verde magnífico) quiere que una poesía suya leída en un aposento dé al infeliz lector la trepidación de Broadway por ejemplo.

< La escuela ha nacido del empalago justo en mucha parte de estas cosas: el ritmo de la poesía clásica, preciso como el latido, que también adormece, del corazón; la metáfora sobajeada, el cliché espiritual de Bécquer o Lamartine, la languidez insoportable de nuestra poesía autumnal.

< Hay que decir honradamente que la escuela no es yanqui; ha nacido, como casi todas las extravagancias y las cosas magníficas, entre gente latina.

A pesar de mi pésimo oído rítmico y de mi ignorancia del color, yo no amo la escuela y la lectura de sus poetas sólo me quita el mal humor como el mejor salto de un clown. Pero yo recurro a ella para explicar mi impresión primera de New York.

De igual modo que como la poesía estridente, en la ciudad terrible y espléndida como un monstruo marino, me pareció el mismo horror del silencio y de los aspectos dulces de la materia; la misma búsqueda feliz de lo desmesurado; la misma ausencia de sentidos finos; el mismo encuentro con otros sentidos más fuertes o más brutales que buscan la emoción con golpes de maza.

He de creer un poco a mis propios instrumentos: mi cuerpo recibió la impresión de New York. Fue una destrizadura de mis ojos y de mis oídos. Como todo organismo poderoso, como los monstruos, coge y domina. Por sus calles yo me perdí a mí misma; entré en la rueda y no tuve más voluntad sino cuando me liberó el mar. A los místicos de la fuerza les es grata esta impresión parecida al juego salvaje del mar con el mal nadador; a los que tenemos esta forma sutil de soberbia: la de aislar el yo un poco, lo poco que es posible en la red horrible del mundo, nos deja esa dominación un poco humillados. Y yo tengo este rencor con la ciudad enorme del millón de tentáculos: que no me dejó nada para mí en varios días; que me incorporó en su mole articulada y me arrebató la conciencia.

Yo la miro ahora y la puedo juzgar un poco.
Aquella sicología de las multitudes, tan en boga entre los que creen en la Sicología, es aplicable no a una muchedumbre neoyorkina sino a toda la vida suya: se vive en colectivo -el rascacielos es la forma más horrible y más perfecta de colectivismo- se juzga en colectivo, se tiene el gusto colectivo para vestir, para comer, creo que hasta para cantar. Es un coro inmenso de las conciencias, del paso con que se camina, de la ayuda social, se oye aplicar a las cosas el mismo adjetivo; se muda el traje el mismo día al cambiar la estación; se piensa el mismo día en Washington o en Lincoln. Y el que entra rebelde en el cerco es cogido con rabia primero; se rinde poco después, la tensión lo cansa o lo destroza; al final siente cierto alivio en abandonarse y entra en el cauce y fluye con el caudal hasta con cierta dicha.

Tal vez no haya otro lugar del mundo donde el individualismo padezca más y sea más raro y heroico. Como diré después, este eclipse de lo individual tiene aspectos admirables y aspectos feos y francamente inferiores. Con este colectivismo se ha hecho una gran nación; pero una gran nación diferente de lo que ha sido eso en el pasado; porque el pasado admitió siempre en su seno los granos de la sal salvadora del individualismo.

Pasemos a la estridencia material. Tres cosas horribles tiene New York: el subway o ferrocarril subterráneo, el ferrocarril aéreo y la que llamaríamos ley del caminar.

Los norteamericanos dicen que el subway les es odioso no por el estruendo, que ya es música para ellos, sino por la brutalidad que crea en las gentes. A la hora en que los almacenes se vacían y los millones de empleados van a comer consultando la hora que tienen para ello pasa algo semejante al salvamento dentro de un teatro cuando viene un cataclismo. Aquella gente no se atropella, se lincha. No se trata de ver al príncipe de Gales ni de mirar un regimiento de vuelta de la guerra; se trata de no perder diez minutos y se entra al subway con una violencia sin nombre y se cae sobre el primer asiento. No hay modo de distinguir entre los que pisotean y tumban al rico del trabajador ni a la mujer del que boxea: todos empujan como en el momento de tomar el bote salvavidas.

Confieso que no hay en estas palabras rencor por mis magulladuras; mi odio del subway es el de su horrible trepidación y el de su chirrido que despedaza los sesos. Yo no interpreto ahora el infierno en fuego sino en subway y no lo quiero para mí ni para mi prójimo.

Esto hace, me decía el norteamericano, lo que llaman la brutalidad del hombre yanqui, lo peor es que la adquiere el niño y que sus tres horas matinales de serenidad en la escuela, se le rompen en estos diez minutos brutales.

El ferrocarril subterráneo de París me dice otro informante es otra cosa.


1924.

OPINIONES SOBRE GABRIELA MISTRAL



Cartas inéditas a Luis Enrique Délano

Dilema y paradoja de Gabriela Mistral ante Pablo Neruda

Por Luis Vargas Saavedra
Revista de Libros de El Mercurio, viernes 4 de marzo de 2005.


La correspondencia entre la poeta Nobel y L. E. Délano demuestra que la cónsul de Chile en Santa Barbara era una fiel admiradora de la grandeza poética de Neruda.


La Facultad de Letras de la Universidad Católica, que ya posee una valiosa colección de cartas inéditas de Gabriela Mistral a Manuel Magallanes Moure, ha incrementado su acopio con varias hojas dirigidas en 1948 a Luis Enrique Délano, entonces cónsul de Chile en Nueva York.

Había sido entre 1933 y 1935, secretario y ayudante de Gabriela Mistral en el consulado de Chile en Madrid. Emergente escritor de cuya obra Viaje de sueño ella escribió "Recado sobre un cuentista del mar", celebrándole su cumplimientos verbal ante el océano, "asunto mayorazgo" que ella consideraba escamoteado por la narrativa chilena. La ciudad de los Césares ha sido su más reconocida novela. L. E. Délano recibirá en 1970 el Premio Nacional de Periodismo. En 1935 el Gobierno chileno ordenó a Gabriela Mistral trasladarse a Lisboa antes que España la declarase persona non grata, por opiniones confiadas a un amigo, en carta que había sido divulgada sin su autorización. Fue reemplazada por Pablo Neruda, quien pidió a L. E. Délano permanecer en el consulado; desde allí colaborarán en defensa de los republicanos. L. E. Délano visitó a Gabriela Mistral en Lisboa, y durante los bombardeos de Madrid, ella logró hacerle llegar dinero.

Del período Guerra Civil no quedan cartas de Mistral a Délano. De la década de los años 40 sobreviven sólo tres. En ellas, bien definida queda la noble actitud de Gabriela Mistral , cónsul de Chile en Santa Barbara, California, ante "el escándalo" del senador Pablo Neruda, desaforado y prófugo.

En los siguientes extractos se comprueba que, aun rechazando el comunismo, ella era una fiel admiradora de la grandeza poética de Pablo Neruda. Más aún: que sentía la angustia de otro perseguido: "Di un respiro grande al leer en aquel discurso del Señor (¿alude a Gabriel González Videla, o a algún senador?) una frase que dice a propósito de P. [Pablo], que no le molestarán más. Yo sólo he podido hacer 3 cosas de índole privada por P.: escribir a tres "grandes" -pero no radicales- sobre el "escándalo" - que eso ha sido lo de P. Cartas largas y recias. Sé que al Altísimo (¿Gabriel González Videla?) le llegó eso, con sus datos y sus razones numerosas. ¿Dónde está P.? Parece que en Plata". "Tremendo el documento de P. N. (Pablo Neruda). Pero, pero, pero... al P. C. (Partido Comunista) se debe la presidencia de G. V. (González Videla). Ni siquiera a su propio Partido Radical, a Uds". (Supongo que el tremendo documento sea el discurso "Yo acuso", pronunciado por Neruda el 6 de enero de 1948, ante el Congreso Nacional).

En carta del 6 de marzo pero enviada en 2 de septiembre de 1948 (Vía Ciro Alegría) a Délano, entonces cónsul en Nueva York, Mistral le cita en su carta las siguientes palabras de Miron Grindea, directora de la bilingüe revista "Adams", que se publicaba en Londres: "Yo le agradecería muchísimo que me enviase una crítica corta de P. N. Estoy preparando algunas páginas de mi Revista en honor de él y como sé -por nuestra conversación en Londres- que Ud. mucho le quiere y le admira en su obra creadora, estimo que el homenaje de "Adams" no estaría completo sin el juicio de Ud.". "Yo deseo sinceramente que las complicaciones políticas que tiene P. N. en este momento no impidan el que Ud. le rinda este tributo al poeta". "Naturalmente voy a escribir un juicio sintético sobre nuestro amigo. No sé hacer crítica válida, buena ni mdiana sobre el futurismo; pero alabar lo poético óptimo, eso creo saberlo". Estaba dispuesta a escribirlo. No lo hizo: "Porque en el momento extraño y sesgado que vivimos pueden declararme "camarada" en Santiago y también "agitadora". Y yo, Henry, me he cuidado siempre de escribir en publicaciones fascistas y comunistas. Por horror de algo que en mí es muy fuerte: el horror de los Super-Estados, del espantoso estatismo. En Brasil viví la neumática que me hizo el Gobierno... en cuanto a comunista. No quiero que esto comience para mí en el propio Chile, y la hora oblicua se presta a todo".

Buscaba, pues, colocar su artículo donde no la dañase. Pero ¿era factibre escribir en revista no comunista un artículo de alabanza de un poeta comunista? Y al revés ¿era factible escribir en revista comunista un artículo de alabanza de un poeta cristiano? Dilema y paradoja de cómo apoyar al amigo poeta escindiendo lo que en él estaba soldado: ideología y poesía. En él y asimismo en ella, vida y obra confluían, pero en Gabriela Mistral primaba su viejo hábito de prescindencia política..



Homenaje de Neruda a Gabriela Mistral
Los sonetos de la muerte



Por Pablo Neruda

En este texto inédito, el poeta declaró su admiración por los versos de nuestra Premio Nobel 1945.
Anticipamos esta líneas que se publicarán en la revista "Cuadernos" de la Fundación Neruda


Gabriela Mistral escribió en 1914, en Los Andes, los tres sonetos llamados de la Muerte.

La magnitud de estos breves poemas no ha sido superada en nuestro idioma. Hay que caminar siglos de poesía, remontarnos hasta el viejo Quevedo, desengañado y áspero, para ver, tocar y sentir un lenguaje poético de tales dimensiones y dureza.

Es tal la fuerza torrencial de Los Sonetos de la Muerte, que fueron rebalsando su propia historia, dejaron atrás el núcleo desgarrador de la intimidad y quedaron abiertos y desgranados, como nuevos acontecimientos, en nuestra poética americana.

Tienen un sonido de aguas y piedras andinas. Sus estrofas iniciatorias avanzan como lava volcánica. Contenemos el aliento, va a pasar algo, y entonces se despeñan los tercetos.

Estos poemas son una afirmación de la vida. Imprecación, llamamiento, amor, venganza y alegría son las llamas que iluminan los sonetos. Quien los escribió conocía la tierra y sacó de la tierra su fuerte fecundidad. Amasó la greda magnética del norte chileno y esa tierra lunaria se le quedó en los dedos. Allí se preservan con santa paciencia las semillas progenitoras, los desbordantes salitrales amenazan al musgo, las sequías matan mieses y reses. Mas el vino de los valles es dulce, cargado y ardiente. Como en los sonetos magistrales y en toda poesía de Gabriela, hay allí brusca piedra, terrenales tajados, pobres espinos, sí, pero florece el minucioso huerto y arden en las bodegas las llamas esenciales de la viña. Gabriela que tanto ha caminado desconoce de pronto estos sonetos que son sin embargo las tres puertas abrasadoras de su poesía y de su existencia.

Después de cruzarlas puede pasear su claridad, sus misiones, su infatigable poderío de paz por las fronteras más distantes.

Pero nosotros seguiremos reverenciando estos sonetos que se abrieron de pronto en la vida de la poesía como si golpes de viento hubieran hecho temblar la casa deshabitada y se hubiese instalado allí para siempre una presencia, una palabra verdadera.

Laura Rodig ha regalado a nuestra Fundación el tesoro de estos manuscritos que así pasan al patrimonio más preciado de la patria.

* Fechado el 20 de septiembre de 1954, el original mecanografiado, con algunas anotaciones manuscritas, se conserva en la Colección Pablo Neruda, del Archivo Central Andrés Bello de ¡a Universidad de Chile.



PERSONAJE EN CORRESPONDENCIA

Diamela Eltit


La carta continúa siendo una forma privilegiada de comunicación, cuya lógica remite a una ausencia o a la distancia que vuelve imposible la oralidad. La carta, entonces, está íntimamente relacionada con el deseo de escritura.

Examinando cualquier correspondencia, es posible vislumbrar el modo de relación, estructurado en una zona imaginaria, en la cual tanto el que escribe como su destinatario se construyen como personajes.

En este sentido, se sabe cómo el sujeto se modifica en su aproximación al otro, y por esto cada correspondencia elabora un sujeto particular, sujeto determinado por el tipo de relación que establece. Así, examinar una correspondencia con distintos destinatarios, implica enfrentarse a más de un personaje, o bien a un personaje múltiple.

Por ello, una cierta ficción o impostura recorre la carta. Ver la plenitud de esa ficción es doblemente interesante cuando el ejercicio epistolar proviene de alguien cuyo oficio es la literatura.


La carta: extensión de la obra

La vida nómada de Gabriela Mistral está demarcada por una numerosa correspondencia, en un intento, quizás, por dotar de equilibrio su incansable movilidad geográfica que la convirtió en una viajera crónica.

Gran parte de sus cartas han sido publicadas, iluminando así las diversas problemáticas que la atravesaron mientras iba consolidando su producción literaria. Aunque sus cartas no pueden considerarse propiamente como literatura, sí se insertan como textos al interior de su obra. Esta inserción radica en la publicación misma de las cartas y permiten establecer un nexo escrito para delimitar las ¡aplicaciones entre autor y obra en un ámbito multifacético que amplía ambas relaciones.

Gabriela Mistral entiende la carta como extensión de su obra: (Las cartas) "... las incorporo por una razón atrabiliaria, es decir, por una loca razón, como son las razones de las mujeres: al cabo, estos Recados llevan el tono más mío, el más frecuente, mi dejo rural en el que he vivido y en el que me voy a morir". Pero, además, tiene una clara percepción del carácter ficcional que opera en la correspondencia: "Por otra parte, la persona nacional con quien se vivió (personas son siempre para mí los países), a cada rato se pone delante del destinatario y a trechos lo desplaza. Un paisaje de huertos o de caña o de cafetal, tapa de un golpe la cara del amigo al que sonreíamos; un cerro suele cubrir la casa que estábamos mirando y por cuya puerta la carta va a entrar llevando su manojo de noticias".

Mi encuentro con Gabriela Mistral (Ediciones del Pacífico, Santiago de Chile, 1972), recoge la correspondencia de la escritora con Isauro Santelices, autor del libro, y en total son cuarenta años de intercambio epistolar asistemático, pero no por ello menos significativo.

Isauro Santelices, quien conoció a la autora cuando ella era profesora en el Liceo de Los Andes, explica en la presentación los motivos que lo empujaron a publicar las cartas y su comentario: "Mi propósito es insistir en otros perfiles desdibujados, mostrar a la que yo conocí, esto es a Lucila Godoy, cuando ella no tenía la certeza que Gabriela Mistral habría de destruirla".

A lo largo de esta correspondencia se puede percibir el recorrido mental y geográfico de Gabriela Mistral, envuelto en una particular visión de ella misma y del mundo que la rodea.

Sus primeras cartas desde el Liceo de Los Andes, configuran la voluntad por reprimir, ocultar, negar la evidencia de su juventud, escudándose tras un personaje anciano y achacoso para validar, en cambio, su quehacer literario: "... las lindas rosas de su linda tierra que le ha mandado a esta buena vieja que hace versos". Gabriela Mistral tiene 25 años al momento de esta carta y en ese mismo tiempo escribe: "Mis huesos están ya mordidos; de reumatismo de males de pura vejez".


Ética de vida

A partir de esta estricta percepción sobre ella misma, establece una cierta ética de vida, no menos estricta con el afuera. La reivindicación del mundo privado y su evidente repudio por el hábito mundano, terminan por conformar un deseo de austeridad. Austeridad que, en primer término, es posible en espacios rurales como los que ella habita en ese tiempo: "Cuando usted viva en el campo se reconquistará a sí mismo, i vivirá vida altísima la vida que se vive cuando se está a solas con su corazón. No tiene el mundo nada mejor que esta exaltación espiritual que dan el arte, la naturaleza, los sentimientos soberanos. Cuando se llega a comprender esta verdad, todo lo demás: sociedad, chisme mundano, faldas empingorotadas de mujeres, se les mira desde el margen del camino, se les ve pasar con una sonrisa fría entre los labios" (1916).

Más adelante, Gabriela Mistral inicia su personal epopeya, su discusión cultural con el mundo intelectual con el que le toca convivir y que la ubica en la mira de diversas pugnas.

Tocada por la agresividad que parece recibir, inicia su defensa en los distintos frentes en los cuales es cuestionada: escritora, católica, sujeto social. En una larga carta, escrita desde La Serena el 30 de junio de 1925, la autora intenta explicar los desacuerdos y las distorsiones que siente sobre ella, pero, por sobre todo, esta carta permite ver la claridad y la voluntad que la moviliza a no retirarse de los conflictos y más aún, de profundizarlos para conservar su identidad y su lugar en el ámbito intelectual y literario.

Su carta es una extensa defensa de su caso y una reflexión a ratos irónica sobre los conflictos. Defiende la educación religiosa y alude a los efectos que su postura alcanza: "...¡defendí la enseñanza religiosa! Fue todo un acto de conciencia en el que nadie me acompañó, pues las 'colegas' católicas que estaban presentes, no dieron señales de vida, por miedo a la discusión con ochenta hombres".

En relación a su condición de mujer que escribe, señala: "Mi amigo, me asquea la ciénaga en que se mueve Santiago. Cada vez que oigo hablar de doña Inés Echeverría, o de Roxane o de otra mujer que escribe, pienso en lo que dirán de mí. Pienso sin irritación: creo que se ha dicho de mí casi todo i ya quedan pocas novedades". Finalmente en esta carta se refiere a cuestiones políticas: (Dicen) "Que me he metido en la aristocracia. Ha¡ en ella algunas personas a quien estimo; las frecuento lo menos posible. Soi, antes que todo, obrerista i amiga de los campesinos; jamás he renegado de mi adhesión al pueblo i mi conciencia social es cada día más viva".

Ya en su plena madurez, después del Premio Nobel, Gabriela Mistral polemiza en medios internacionales por la problemática racial y de identidad latinoamericana. Conocido es su punto de vista con respecto al mestizaje, conocida es también su voluntad por reafirmar una posición continental fundada en la racionalidad como discurso cultural.

En una carta escrita desde Rapallo en 1957, irónicamente denuncia el conflicto racial en nuestros países: "El odio español se despeñó ya hace años sobre mí por la defensa del indio. La 'insultada' fue muy del agrado de la mayoría lectora de mi país. Son tan ingenuos muchos de nuestros mestizos que se creen españoles químicamente puros. Aquí una anécdota: En un salón de Rio de Janeiro -pero no Carioca- se acercó a mí un chileno oficial i sin razón alguna lanzó su acometida por mi 'indigenismo'. El negaba que hubiera mestizos en Chile. Cosa inefable la afirmación. Me acompañaba una escritora carioca famosa i mui inteligente i su comento fue éste: Pero el señor no ha visto ni tocado siquiera sus bigotes i sus cabellos indios, duros de más que hablan por sí solos ".

De esta manera, la correspondencia de Gabriela Mistral con Isauro Santelices hace posible atisbar el personaje que conscientemente la escritora buscó seleccionar sobre sí misma. Personaje que hoy, a los cien años de su nacimiento, continúa hablando crítica pero firmemente. "Pienso que estamos locos de orgullo, envenenados de soberbia " (1925).


En Una palabra cómplice. Encuentro con Gabriela Mistral. Raquel Olea y Soledad Fariña, editoras. Santiago, 1990. Corporación de Desarrollo de la Mujer La Morada, Editorial Cuarto Propio, Isis Internacional.


















AUDIOS DE GABRIELA MISTRAL

Miedo. Fragmento
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Lectura de La casa
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RINCÓN CULTURAL

Gabriela Mistral

Trayectoria literaria, bibliografía sobre su obra y enlaces, con fotografías, registros sonoros, manuscritos y texto completo de algunos de sus poemarios.

CVC. Gabriela Mistral

Gabriela Mistral(Chile, 1889 - Nueva York, 1957): Un monográfico del Centro Virtual Cervantes dedicado a la escritora chilena: su vida y su obra, ...

MUSEO DE LA EDUCACIÓN GABRIELA MISTRALDomingo 31, mayo, en el Día del Patrimonio, el Museo de la Educación Gabriela Mistral abrirá sus puertas a la comunidad con el fin de que ...

Gabriela Mistral

Biografía y amplia selección de poemas de Gabriela Mistral. Antología de la poesía hispanoamericana. Poesía sensual, perdurable y romántica.

Gabriela Mistral: La poetisa de América.

Una espacio creado por los encargados del museo de Gabriela Mistral en Vicuña que agregamos para que pueda ser visitado por Ud cuando viaje hacia aquel .

Salas Virtuales :: Biblioteca Nacional de Chile

MujeresHoy-Conmemoración de muerte de Gabriela Mistral

GRANDES CHILENOS - GABRIELA MISTRAl
The Nobel Prize in Literature 1945
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Muere en Nueva York Gabriela Mistral | Museo de Prensa
Fundación Nobel de Suecia
Página web con información sobre nuestra Premio Nobel de Literatura 1945
Memoria Chilena
Web bastante completo con una sección sobre Gabriela Mistral. Posee una colección de textos para descargar gratuitamente.
Gabriela Mistral - Web de U. de Chile
Una gran selección de textos de Gabriela Mistral. Un trabajo conjunto de SISIB y Facultad de Filosofía y Humanidades - Universidad de Chile
Museo Gabriela Mistral de Vicuña
Museo localizado en la ciudad de Vicuña, IV Región, Chile
Microsito de El Mercurio
Web creado por la conmemoración de los 50 años de la muerte de Gabriela.
Centro Virtual Cervantes
Portal con una sección muy amplia sobre Gabriela

Gabriela Mistral: soberbiamente transgresora - Resultado de la Búsqueda de libros de Google


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Gabriela Mistral

Medalla de Gabriela Mistral

Gabriela Mistral

La gran poeta chilena, Gabriela Mistral, se llamaba en realidad, Lucila Godoy Alcayaga... Gabriela Mistral. Chile. para niños.Gabriela Mistral ...

QUE DIJO SOBRE NERUDA

CON PABLO NERUDA EN 1954

Una vez me prohibieron desde allá, y por orden de González Videla recibir en el consulado a Neruda. Qué poco me conocen. Me hubiera muerto cerrándole la puerta de mi casa al amigo, al gran poeta y, por último, a un chileno perseguido y a quien en sus primeros pasos influí con lecturas que le seleccioné y que afirmaron su recio espíritu. Yo fui perseguida. Y cómo. También fui echada de revistas y diarios. Y lo serán muchos escritores que gritan las verdades. ¿Anonadarse o callar? ¡Semimuerte!

Allá se persigue o se les hace sombra a los escritores mientras están vivos y son valientes. O se atreven a declarar sus ideas y sus anhelos.

MEMORIA CHILENA BIBLIOTECA NACIONAL

21.5.09


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Gabriela Mistral (1889-1957)
Gabriela Mistral: Poema de Chile
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55. Gabriela Mistral hacia 1905 -
56. Gabriela Mistral hacia 1914 -
57. Gabriela Mistral hacia 1915 -
58. Gabriela Mistral hacia 1918 -
59. Gabriela Mistral hacia 1920 -
60. Gabriela Mistral junto a Doris Dana ca. 1946-1947 -


61. Gabriela Mistral junto a su madre y hermana ca. 1920 -
62. Gabriela Mistral junto a sus alumnas del Liceo de Punta Arenas ca. 1919 -
63. Gabriela Mistral, 1947 -
64. Gabriela Mistral recibiendo el Premio Nobel de Literatura, 1945 -
65. Gabriela Mistral, 1954 -
66. Gabriela Mistral, 1889-1957 -
67. Gabriela Mistral, 1920 -
68. Gabriela Mistral, 1951 -
69. Gabriela Mistral, 1954 -
70. Gabriela Mistral, Brasil, 1945 -
71. Jerónimo Godoy -
72. Julio Barrenechea, 1970 -
73. Gabriela Mistral -
74. Gabriela Mistral, 1889-1957 -
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82. Desolación [manuscrito] - Mistral, Gabriela, 1889-1957
83. Dulzura [manuscrito] - Mistral, Gabriela, 1889-1957
84. El espino [manuscrito] - Mistral, Gabriela, 1889-1957
85. El polvo ; Nupcias ; El surco [manuscrito] - Mistral, Gabriela, 1889-1957
86. La mujer estéril [manuscrito] - Mistral, Gabriela, 1889-1957
87. La obsesión [manuscrito] - Mistral, Gabriela, 1889-1957
88. La red de melodía [manuscrito] - Mistral, Gabriela, 1889-1957
89. Los muertos llaman ; Las tumbas llaman [manuscrito] - Mistral, Gabriela, 1889-1957
90. Oración de la maestra [manuscrito] - Mistral, Gabriela, 1889-1957


91. Páginas pedagógicas [manuscrito] - Mistral, Gabriela, 1889-1957
92. Piececitos - Mistral, Gabriela, 1889-1957
93. Piececitos ; Caperucita Roja ; Himno al árbol ; El espino ; Tres árboles [manuscrito] - Mistral, Gabriela, 1889-1957
94. Por él ; Cuéntame ; Trapos blancos ; Las canciones ; Otra canción [manuscrito] - Mistral, Gabriela, 1889-1957
95. Primavera evangélica [manuscrito] - Mistral, Gabriela, 1889-1957

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100. Gabriela Mistral, 1889-1957 - Dorlhiac, Carlos

cronologia de gabriela mistra por josé chapochnik d.

G a b r i e l a M i s t r a l


P o r J o s é C h a p o c h n i k D .

1889

Gabriela Mistral nace en Vicuña el 7 de abril de 1889 con el nombre de Lucila de María Godoy Alcayaga, en la casa de su abuela materna Lucia Rojas Miranda ubicada en la calle Maipú 759; esta calle lleva hoy día el nombre de Gabriela Mistral en honor a la poetisa, en el terreno aledaño a la reconstrucción de la casa, se encuentra un museo en su honor, inaugurado el 13 de Noviembre de 1971; esta preciosa obra se realizó gracias a la gestión del antiguo "Centro de Gabriela Mistral" y especialmente a la secretaria de éste, la señora Isolina Barraza Urbina de Estay.

Los padres de Gabriela Mistral vivían en el pueblo de La Unión (hoy Pisco Elqui), donde se habían conocido.

Fueron sus padres Jerónimo Godoy Villanueva y Petronila Alcayaga Rojas.

Sus abuelos paternos : Gregorio Godoy e Isabel Villanueva.

Sus abuelos maternos Francisco Alcayaga Barraza y Lucia Rojas Miranda.

La madre de Lucila, Petronila, estuvo casada antes con Rosendo Molina Rojas de quien enviudó. De este matrimonio nació Emelina Molina Alcayaga.

El padre de Lucila, Jerónimo era oriundo de Atacama y había estudiado con anterioridad en el Seminario de La Serena, pero no continuó sus estudios por no tener vocación para ello, pero le valió ser un buen latinista y hablar francés con fluidez.

1891

Jerónimo Godoy, desde 1887 maestro de la escuela de la Unión (hoy Pisco Elqui) se traslada al interior de Ovalle. Emelina Molina Alcayaga su media hermana recibe nombramiento de ayudante en la Escuela de Niñas de Paihuano.

1892

Emelina Molina es nombrada Directora de la Escuela de Niñas de Montegrande. Vive en la casa de la escuela, junto a su madre y Lucila.

1900

Emelina obtiene sus traslado a Diaguitas y Lucila ingresa a la escuela Superior de niñas de Vicuña.

1903

La familia reside un breve tiempo en la Serena y Coquimbo; luego se traslada a El Molle.

1904

Colabora en el periódico El Coquimbo de la Serena, con artículos publicados con su nombre. Tiene 15 años y es designada ayudante de la Escuela de la Compañía Baja.

1905

En los periódicos El Coquimbo, de La Serena y La Voz de Elqui de Vicuña, aparecen dos artículos publicados con el seudónimo Soledad.

1906

Conoce a Romelio Ureta Carvajal, empleado de los ferrocarriles. Continúa escribiendo para el Coquimbo y La Voz de Elqui; en éste sus artículos son publicados bajo el seudónimo de Alguien.

1907

Inspectora del Liceo de Niñas de La Serena. Además de colaborar para El Coquimbo, lo hace para el periódico La Reforma y la revista Penumbras, de La Serena. Usa un nuevo seudónimo Alma.

1908

Sirve una plaza de maestra en La cantera. Escribe para los periódicos El Coquimbo, La Reforma, La Tribuna y en la revista Penumbras de la Serena. Figura en la antología Literatura Coquimbana, de Carlos Soto Ayala, quien le dedica un breve estudio y selecciona tres prosas poéticas: Ensoñaciones, Junto al Mar y Carta íntima.

EL 23 de Julio aparece publicada en el Coquimbo, la poesía Del Pasado, con la firma de Gabriela Mistral.

1909

Se desempeña como maestra en la escuela de Los Cerrillos, camino a Ovalle. El 25 de Noviembre se suicida Romelio Ureta Carvajal. Escribe para los periódicos El Coquimbo, La Tribuna y en la revista La Idea, de la Serena.

1910

Rinde examen en la Escuela Normal de Santiago, para que le reconozcan los estudios y conocimientos adquiridos en la práctica escolar. Obtiene el título de maestra primaria, profesora en Barrancas, en los alrededores de Santiago.

En el diario "El Coquimbo" de la Serena publica Ventajosos Canjes... artículo sobre la instrucción primaria obligatoria.

1911

Profesora de Higiene en el Liceo de Traiguén, siendo trasladada después en 1912 a Antofagasta, como profesora de Historia e Inspectora General. Así incorporada a la docencia secundaria, sin título.

Muere su padre en Copiapó a los 52 años.

1912

Inspectora y profesora de Castellano en el Liceo de Los Andes, cargo que ejerce por seis años; donde escribe la mayoría de los poemas que conforman Desolación.

1913

EL gran escritor nicaragüense Rubén Darío en ese tiempo Director de la Revista Elegancias en París, publica de Gabriela Mistral el poema El ángel guardián y un cuento infantil La defensa de la belleza.

1914

A los 25 años, el 22 de Diciembre obtiene las más alta distinción en los Juegos Florales celebrados en Santiago con sus Sonetos de la Muerte (Flor natural, medalla de oro y corona de laurel). El jurado : Manuel Magallanes Moure, Miguel Luis Rocuant y Armando Donoso. Comienza a usar regularmente el seudónimo de Gabriela Mistral.

1917

Colabora con poemas y cuentos en los libros de lectura escolar de Manuel Guzmán Maturana; que incluye 55 poemas de Gabriela.

1918

Don Pedro Aguirre Cerda, Ministro de Educación del Presidente José Luis San fuentes, la nombra profesora de castellano y Directora del Liceo de Punta Arenas, hasta Abril de 1920.

1920

A los 31 años es trasladada al Liceo de Temuco, con igual cargo. Conoce al joven Neftali Reyes Basualto (Pablo Neruda).

1921

El 14 de Mayo se funda el Liceo de Niñas Nº6 de Santiago y es nombrada su primera directora.

1922

El 23 de Junio, parte a México, en el vapor Orcoma. invitada por el gobierno de ese país por iniciativa del Ministro de Educación, José Vasconcelos, con el fin de colaborar en los planes de la Reforma Educacional que iniciaba el gobierno mexicano, y en la organización y fundación de bibliotecas populares. Va acompañada por su amiga, la escultora Laura Rodig, como secretaria.

El Instituto de las Españas de Nueva York, cuyo director es Francisco de Onis, publica la primera edición de su obra Desolación.

El gobierno de México inaugura la Escuela Hogar Gabriela Mistral, una de las más importantes de la capital de ese país.

1923

Su libro Lectura para mujeres aparece en México, imprimiéndose 20.000 ejemplares.

En Santiago de Chile se publica la segunda edición de Desolación. Se inaugura su estatua en México.

Su labor en México es tan sobresaliente, fue contratada por seis meses y se queda dos años, por lo cual el Presidente de México Álvaro Obregón le otorga una beca para recorrer Europa por un año; Premio jamás dado a un extranjero.

Cinco mil niños danzan sus rondas en el Parque Chapultepec.

La Editorial Cervantes de Barcelona la da a conocer en España en una obra antológica Las mejores poesías.

El Consejo de Instrucción Primaria de Chile le concede el titulo de profesora de castellano.

1924

Realiza su primer viaje a Europa, visitando Italia, España, Francia, entre otros. En ese año también viaja a Estados Unidos.

En Madrid se publica Ternura, su segundo libro de poesías, en un pequeño volumen, por la editorial Saturnino Callejas. Dicta una conferencia en la Universidad de Colombia sobre la reforma educacional de México.

1925

Teniendo 36 años, regresa a Latinoamérica, es agasajada en Brasil, Uruguay y Argentina. Se radica por algunos meses en Chile y se le reconoce una pensión, jubilándola como maestra. Vicuña, su ciudad natal, le recibe emocionada y el Alcalde, Ricardo Martín la declara "Hija Predilecta" de la ciudad.

1926

Tercera edición de Desolación.

Es nombrada Secretaria del Instituto de Cooperación Intelectual, de la Sociedad de las Naciones, en Ginebra.

1927

Asiste, en representación de la Asociación de Profesores de Chile al Congreso de Educadores. realizado en Locarno, Suiza.

1928

Asiste al Congreso de la Federación Universitaria de Madrid, como delegada de Chile y Ecuador. A su vez trabaja en el Instituto Internacional de Cine en Roma.

Se hace cargo de su sobrinastro Juan Miguel Godoy Mendoza, hijo de Carlos Miguel Godoy y la dama catalana Maria Mendoza; nacido en Barcelona en 1925.

1929

Muere su madre Petronila Alcayaga Rojas, se la sepulta en La Serena.

1930

Nuevamente visita EE.UU., invitada para dictar cursos y conferencias en establecimientos de segunda enseñanza, como el Barnard College entre otros.

1931

Visita las naciones centroamericanas y Antillas. Dicta cátedra de Literatura Hispanoamericana en la universidad de Puerto Rico. Conferencias en la ciudad de La habana y en Panamá.

La Universidad de Guatemala le confiere el grado de Doctor Honoris Causa.

1932

Cónsul particular de libre elección. Comienza en Génova, y no ejerce funciones al declarar su posición antifascista.

1933

En el mes de Julio se traslada a Madrid, en reemplazo del Cónsul Víctor Domingo Silva. Luego pasa a Lisboa, Portugal, con el mismo cargo.

Puerto Rico la declara "Hija Adoptiva".

1934

Publica Nubes Blancas y Breve descripción de Chile.

1935

Por ley del Congreso, se le designa Cónsul de libre elección con carácter vitalicio.

1936

Viaja a Oporto, Portugal; más tarde se traslada a Guatemala con el rango de Encargada de Negocios y Cónsul General.

1938

Breve gira por países sudamericanos donde se encuentra con las grandes escritoras; Alfonsina Storni de Argentina y Juana de Ibarbouron de Uruguay. Reside por corto tiempo en Chile, donde se le rinden numerosos homenajes. Especialmente en su ciudad natal Vicuña.

Se publica Tala, otro gran libro de poemas, de ímpetu racial y profundo amor a las tierras y los hombres de Chile, en Buenos Aires, por la editorial Sur, dirigida por Victoria Ocampo. Gabriela Mistral destina el producto de la edición a las instituciones catalanas como la Residencia de Pedralbez que albergaron a los niños españoles durante la Guerra Civil.

1939

Cónsul de Chile en Niza, Francia.

Se inicia en Ecuador y en Chile una campaña para presentarla por toda América latina como candidata al Premio Nóbel de Literatura.

1940

Cónsul en Niteroi, Brasil.

1941

Cónsul General de Chile en Brasil. Se establece en Petrópolis, hermoso y pintoresco lugar situado en las montañas a 75 Km.., de Río de Janeiro.

1943

el 14 de Agosto muere su sobrino y virtual hijo adoptivo, Juan Miguel Godoy Mendoza - Yin Yin - a los 18 años de edad.

1945

El 15 de Noviembre recibe la noticia ; le ha sido concedido el Premio Nóbel de Literatura. A los tres días se embarca en el vapor sueco Ecuador, rumbo a Estocolmo, donde recibe el premio de manos del Rey Gustavo de Suecia, el 10 de Diciembre. Su obra había sido previamente traducida al sueco por el Secretario de la fundación Nóbel el profesor Dahl (Desolación y Tala) y por el poeta Hjalmar Guilberg, quien elogio a la poetisa durante la premiación del Nóbel.

1946

Cónsul de Chile en Los Ángeles, California. Compra una casa en Santa Bárbara.

La Asociación bibliográfica y Cultural de Cuba le otorga la medalla Enrique José Varona; ella representaba el primer personaje extranjero a quien se confiere esta

distinción. La Universidad de Florencia le otorga el grado Académico Doctor Honoris Causa.

Nueva Orleans la declara "Hija de la Ciudad".

El Gobierno Francés le brinda en París la condecoración con grado de Chevalier de la Legión de Honor.

1947

Doctor Honoris Causa del Mills College, Oakland, California.

Muere su hermana Emelina, 15 años mayor que ella, (nació en 1874).

Gabriela Mistral es informada que en homenaje al recibimiento del Premio Nóbel se pretende construirle un gran monumento en la ciudad de la Serena y para lo cual ya se han reunido $ 250,000 de la época y la obra la realizaría la escultora Laura Rodig.

Esto le provoca un gran disgusto y envía una carta desde Monrovia, California, a las autoridades pertinentes y en especial a su amiga Isolina Barraza de la ciudad de Vicuña, en que se opone a la idea y pide que los dineros recibidos sean repartidos a los niños pobres del valle de Elqui y como ella ama la naturaleza lo único que le agradaría sería "Que uno de los cientos de cerros del valle lleve su nombre", con lo que ella se vería perpetuada y no costaría nada al Erario nacional.

Lo que se logró años más tarde, gracias a la persistencia del escritor José Chapochnik.

1948

Cónsul en Veracruz, México.

1950

Recibe el premio Serra de las América, en Washington, por The Academy of American Franciscan History.

Se embarca en Nueva York rumbo a Génova. Cónsul de Chile en Nápoles, Italia.

1951

Recibe el Premio Nacional de Literatura en Chile. Reside en Rapallo, Italia.

Años antes había recibido numerosos galardones en distintos continentes.

1953

el 9 de Septiembre de ese año, después de 16 años de ausencia, arriba a Valparaíso Gabriela Mistral, en el buque Santa María. Gabriela había sido invitada en forma oficial a Chile por el Presidente Carlos Ibáñez del campo. En todos los puertos de Chile que la nave arribó, hubo para ella grandes homenajes; los municipios le regalaron medallas de oro como gratos recuerdos; los escolares la rodearon, miles de voces infantiles le cantaron sus preciosas rondas.

La Munipalidad de Valparaíso embanderada la recibió con júbilo y le fue entregada una preciosa medalla de oro.

Posteriormente se dirigió a la capital en el tren presidencial que le había sido dispuesto, también la acompañó en este viaje el escritor, crítico literario y miembro de la Academia de la Lengua Hernán Díaz Arrieta (Alone), el Ministro de Educación Oscar Herrera y el edecán militar de S.E. Mayor Santiago Polanco.

Durante el trayecto y especialmente en las estaciones de Viña del Mar, Limache, Quillota y La calera se le rindieron numerosos homenajes, de profesores, alumnos y la población en general.

La Capital de Chile, la estaba esperando con la declaración oficial de día estivo, feriado legal; En el andén de la Estación Central (Alameda). La esperaba el Intendente de Santiago General (R), Santiago Danús Peña, la alcaldesa María Teresa del Canto, y más de 100.000 personas. Posteriormente abordó un auto descubierto y acompañada de el Intendente, la Alcaldesa, el Edecán presidencial y Doris Dana su secretaria, la comitiva se dirigió al centro de la capital, el vehículo era escoltado por patrullas de carabineros, seguidos por huasos a caballo y de 36 abanderados de los liceos de la capital que portaban pabellones nacionales, abrían calles los destacamentos de las Escuelas : Militar, naval y de Aviación, la poetisa pasó bajo un flamante arco de flores ubicado en Alameda con Avenida España que decía "El buen sembrador siembra cantando". Desde todos los edificios caían lluvias de flores y los niños apostados en las calles le cantan sus rondas. A las seis y media de la tarde arribó a Morandé 80 dirección de la moneda, el Palacio Presidencial. Allí la esperaba el Presidente de

la República y su gabinete. Posteriormente desde los balcones de La Moneda saludó a las personas que llenaban la plaza Libertad (Constitución). En la noche hubo un festival de fuegos artificiales.

Al día siguiente en el salón de honor de la Universidad de Chile le fue conferido el título Doctor Honoris Causa.

Los grandes homenajes continuaron durante todo el mes de Octubre, entre ellos 45.000 niños fueron a escucharla al Estadio Nacional. A fines de Octubre viajó a Nueva York.

En Diciembre de ese mismo año, la Editorial del Pacífico, de Santiago, publico su libro Lagar.

Con ocasión del Bicentenario de la Universidad de Columbia se le confiere el doctorado Honoris Causa. También lo recibieron ese día Adial Stevenson, Konrad Adenauer y Dag Hammarskjöld.

1955

En Nueva York, el 10 de Diciembre, presencia la lectura de su mensaje sobre los Derechos Humanos en las Naciones Unidas.

1956

El gobierno de Chile le concede una pensión especial.

1957

Luego de una larga enfermedad, cáncer al páncreas, muere el 10 de Enero, a las 04.10 horas, en el Hospital general de Hempstead, en Nueva York.

Sus restos mortales reciben el homenaje del pueblo chileno al recibirla el 19 de Enero. El gobierno de Carlos Ibáñez decreta 3 días de duelo oficial, sus restos son recibidos por Juan Gómez Millas, rector de la Universidad de Chile y velados en el Salón de Honor de la Universidad. Cuatrocientas niñas del Liceo Nº6 (del que Gabriela fue su primera Directora) hicieron guardia de honor. Más de 200.000 personas hicieron fila para poder despedirse de ella. Sus funerales se efectúan el 22 de Enero, provisionalmente en el cementerio General.

Se realizan homenajes en su honor en los principales países de los cinco continentes.

Por disposición testamentaria del 17 de Noviembre de 1956, dona los derechos de sus obras que se publiquen en América del Sur a los niños de Montegrande.

1958

Aparece en Chile el tomo IV de Obras Selecta de Gabriela Mistral Recados contando a Chile.

1960

EL 23 de Marzo, sus restos mortales son trasladados desde el Cementerio General de Santiago a su "amado pueblo de Montegrande", como fue su deseo.

Frente a su tumba se alza su cerro Gabriela Mistral, centinela de los valles elquinos.

Se publican en forma póstuma sus libros Poema de Chile en 1967 y Lagar en 1991.

bIBLIOTECA vIRTUAL mIGUEL DE CERVANTES / CATALOGO

GABRIELA MISTRAL

GABRIELA MISTRAL (CRONOLOGÍAS)

Gabriela Mistral en Vicuña, 1938
Foto de Gabriela Mistral en grupo Gabriela Mistral con un niño Gabriela Mistral en Vicuña, 1938 Foto de Gabriela Mistral en grupo Gabriela Mistral con un niño Gabriela Mistral en Paihuano Gabriela Mistral conversando con unos amigos Gabriela Mistral rodeada de niñas Gabriela Mistral en Paihuano Gabriela Mistral conversando con unos amigos Gabriela Mistral rodeada de niñas Gabriela Mistral con un maniquí Gabriela Mistral junto a Walda Paixao en Brasil, 1945 Gabriela Mistral en 1945 junto a una amiga Gabriela Mistral con un maniquí

Su sobrino Yin Yin Su sobrino Yin Yin Su sobrino Yin Yin Su sobrino Yin Yin Su sobrino Yin Yin Su sobrino Yin Yin Yin Yin y Andrés Iduarte Retrato de Emelina, hermana de Gabriela Mistral Retrato de Macario y Romelio Yin Yin y Andrés Iduarte Retrato de Emelina, hermana de Gabriela Mistral Retrato de Macario y Romelio Gabriela Mistral reunida con un grupo de mujeres Homenaje del Rotary Club Vicuña a Gabriela Mistral Gabriela Mistral con un grupo de gente en la calle Gabriela Mistral reunida con un grupo de mujeres Homenaje del Rotary Club Vicuña a Gabriela Mistral Gabriela Mistral con un grupo de gente en la calle Foto en grupo de Gabriela Mistral Gabriela Mistral con niños Gabriela Mistral con la actriz chilena María Maluenda Foto en grupo de Gabriela Mistral Gabriela Mistral con niños Gabriela Mistral con la actriz chilena María Maluenda
Gabriela Mistral junto a Walda Paixao en Brasil, 1945

Gabriela Mistral en 1945 junto a una amiga Gabriela Mistral en 1945 con una amiga Gabriela Mistral en San Francisco, 1946 Gabriela Mistral junto a Nalo, Raquel Tapia y Rosa Caballero Gabriela Mistral en 1945 con una amiga


Primera Comunión de Gabriela Mistral Petronila Alcayaga Rojas, madre de Gabriela Mistral Petronila Alcayaga Rojas, madre de Gabriela Mistral Primera Comunión de Gabriela Mistral Petronila Alcayaga Rojas, madre de Gabriela Mistral Petronila Alcayaga Rojas, madre de Gabriela Mistral Emelina, hermana de Gabriela Mistral, 1895 Familiares de Gabriela Mistral Gabriela Mistral en Temuco, (Chile) 1920 Emelina, hermana de Gabriela Mistral, 1895 Familiares de Gabriela Mistral Gabriela Mistral en Temuco, (Chile) 1920 Gabriela Mistral en México, junto con sus compañeros maestros, 1922 Retrato de Emelina, su hermana Gabriela Mistral con sus alumnas Gabriela Mistral en México, junto con sus compañeros maestros, 1922 Retrato de Emelina, su hermana Gabriela Mistral con sus alumnas Gabriela Mistral paseando por el campo con un amigo Su sobrino al que llamaba Yin Yin en 1930 Su sobrino Yin Yin Gabriela Mistral paseando por el campo con un amigo Su sobrino al que llamaba Yin Yin en 1930 Su sobrino Yin Yi Gabriela Mistral en San Francisco, 1946 Gabriela Mistral junto a Nalo, Raquel Tapia y Rosa Caballero

Gabriela Mistral junto con Gilda Péndola en 1954 Gabriela Mistral con Gilda Péndola y Doris Dana en 1954 Gabriela Mistral junto a Doris Dana en 1954 Gabriela Mistral junto con Gilda Péndola en 1954 Gabriela Mistral con Gilda Péndola y Doris Dana en 1954 Gabriela Mistral junto a Doris Dana en 1954 Gabriela Mistral en Montegrande, 1954 Gabriela Mistral en Montegrande junto a «las reinas» Gabriela Mistral en Montegrande, 1954 Gabriela Mistral en Montegrande, 1954 Gabriela Mistral en Montegrande junto a «las reinas» Gabriela Mistral en Montegrande, 1954 Gabriela Mistral en Montegrande, 1954 Gabriela Mistral en la Casa escuela de Montegrande Gabriela Mistral tomando té, Montegrande 1954 Gabriela Mistral en Montegrande, 1954 Gabriela Mistral en la Casa escuela de Montegrande Gabriela Mistral tomando té, Montegrande 1954 Gabriela Mistral en su viaje a Chile en 1954 Gabriela Mistral en Vicuña, 1954 Gabriela Mistral en Vicuña, 1954 Gabriela Mistral en su viaje a Chile en 1954 Gabriela Mistral en Vicuña, 1954 Gabriela Mistral en Vicuña, 1954

GABRIELA MISTRAL CON EL POETA JUAN RAMON JIMENEZ / ALFONSINA STORNI / JUANA DE IBARBOUROU

GABRIELA MISTRAL CON
EL PINTOR KANUT DE BON

En Costa Rica, junto al profesor y escritor costarricense Joaquín García Monge


En Coquimbito, Los Andes, dialogando con el pintor Barak canut de Bon, fundador del Movimiento Evangélico en Chile

Gabriela Mistral, Alfonsina Storni y Juana de Ibarbourou.

Con el poeta español Juan Ramón Jiménez.

En España, con Fernando Flores, Magdaleine Cabasoux, Miguel de Unamuno y Curtius.


Con el escritor mexicano Alfonso Reyes.
En la Casa Blanca con el Presidente Truman, el Embajador de Chile don Marcial Mora Miranda y el poeta Humberto Díaz Casanueva.
En Monte Grande.
Durante los felices dias en Santa Bárbara, 1947, Gabriela Mistral, Margaritte Peterson y Ciro Alegría

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martes, 29 de diciembre de 2009

LA MAESTRA GABRIELA MISTRAL

Gabriela maestra

Imagen de grupo


Carta a Virgilio Figueroa, Puerto Rico, 1933
.
Como en varios lugares donde he vivido, teniendo mi trabajo en las ciudades, busqué mi casa en el campo de los alrededores, ha quedado de mí una estampa bonita de maestra rural que no es tan exacta enteramente. Mis veinte años de servicios riscales, se reparten así: dos años y medio de maestra primaria, en las aldeas de la provincia de Coquimbo llamadas La Compañía y Cerrillos y en Barrancas, cerca de Santiago, y diez y ocho años de profesora secundaria, de inspectora primera y de inspectora general en los Liceos de Traiguén, Antofagasta, Los Andes, Punta Arenas, Temuco y Santiago. Entre los años de La Compañía y de Cerrillos, hay uno en el cual trabajé como secretaria del Liceo de La Serena.

La escuela rural se me hincó muy adentro en el espíritu, y sigue siendo mi interés dominante en la enseñanza de cualquier país sudamericano.

El ejemplo de Sarmiento, que trabajó en la escuela rural de Pocuro, cerca de Los Andes, me confortó profundamente en mis siete años de Aconcagua.

El oficio lateral


«En varias partes algunas gentes me han preguntado
sobre mi vida y mi reparto en dos oficios
que no son nada gemelos sino opuestos».



Empecé a trabajar en una escuela de la aldea llamada Compañía Baja a los catorce años, como hija de gente pobre y con padre ausente y un poco desasido. Enseñaba yo a leer a alumnos que tenían desde cinco a diez años y a muchachones analfabetos que me sobrepasaban en edad. A la Directora no le caí bien. Parece que no tuve ni el carácter alegre y fácil ni la fisonomía grata que gana a las gentes. Mi jefe me padeció a mí y yo me la padecía a ella. Debo haber llevado el aire distraído de los que guardan secreto, que tanto ofende a los demás...

A la aldea también le había agradado poco el que le mandasen una adolescente para enseñar en su escuela. Pero el pueblecito con mar próximo y dueño de un ancho olivar a cuyo costado estaba mi casa, me suplía la falta de amistades. Desde entonces la naturaleza me ha acompañado, valiéndome por el convivio humano; tanto me da su persona maravillosa que hasta pretendo mantener con ella algo muy parecido al coloquio... Una paganía congenital vivo desde siempre con los árboles, especie de trato viviente y fraterno: el habla forestal apenas balbuceada me basta por días y meses.

Un viejo periodista dio un día conmigo y yo di con él. Se llamaba don Bernardo Ossandón y poseía el fenómeno provincial de una biblioteca, grande y óptima. No entiendo hasta hoy cómo el buen señor me abrió su tesoro, fiándome libros de buenas pastas y de papel fino.

Con esto comienza para miel deslizamiento hacia la fiesta pequeña y clandestina que sería mi lectura vesperal y nocturna, refugio que se me abriría para no cerrarse más.

Leía yo en mi aldea de la Compañía como todos los de mi generación leyeron «a troche y moche», a tontas y a locas, sin idea alguna de jerarquía. El bondadoso hombre Ossandón me prestaba a manos llenas libros que me sobrepasaban: casi todo su Flammarion, que yo entendería a tercias o a cuartas, y varias biografías formativas y encendedoras. Parece que mi libro mayor de entonces haya sido un Montaigne, donde me hallé por primera vez delante de Roma y de Francia. Me fascinó para siempre el hombre de la escritura coloquial, porque realmente lo suyo era la lengua que los españoles llaman «conversacional». ¡Qué lujo, fue, en medio de tanta pacotilla de novelas y novelones, tener a mi gran señor bordelés habiéndome la tarde y la noche y dándome los sucedidos ajenos y propios sin pesadez alguna, lo mismo que se deslizaba la lana de tejer de mi madre! (Veinte años más tarde ya llegaría a Bordeaux y me había de detener en su sepultura a mascullarle más o menos esta acción de gracias: «Gracias, maestro y compañero, galán y abuelo, padrino y padre»).

A mis compatriotas les gusta mucho contarme entre las lecturas tontas de mi juventud al floripondioso Vargas Vila, mayoral de la época; pero esos mismos que me dan al tropical como mi único entrenador pudiesen nombrar también a los novelistas rusos, que varios de ellos aprovecharon en mis estantitos.

Mucho más tarde, llegaría a mí el Rubén Darío, ídolo de mi generación, y poco después vendrían las mieles de vuestro Amado Nervo y la riqueza de Lugones que casi pesaba en la falda.

Poca cosa era todo esto, siendo lo peor la barbarie de una lectura sin organización alguna. ¡Pena de ojos gastados en periódicos, revistas y folletines sin hueso ni médula! ¡Pobrecilla generación mía, viviendo, en cuanto a provinciana, una soledad como para aullar, huérfana de todo valimiento, sin mentor y además sin buenas bibliotecas públicas! Ignoraba yo por aquellos años lo que llaman los franceses el metier de côté, o sea, el oficio lateral; pero un buen día él saltó de mí misma, pues me puse a escribir prosa mala, y hasta pésima, saltando, casi enseguida, desde ella a la poesía, quien, por la sangre paterna, no era jugo ajeno a mi cuerpo.

Lo mismo pudo ocurrir, en esta emergencia de crear cualquiera cosa, el escoger la escultura, gran señora que me había llamado en la infancia, o saltar a la botánica, de la cual me había de enamorar más tarde. Pero faltaron para estos ramos maestros y museos.

En el descubrimiento del segundo oficio había comenzado la fiesta de mi vida. Lo único importante y feliz en aldea costera sería el que, al regresar de mi escuela, yo me ponía a vivir acompañada por la imaginación de los poetas y de los contadores, fuesen ellos sabios o vanos, provechosos o inútiles.

Mi madre, mientras tanto, visitaba la vecindad haciéndose querer y afirmándome así el empleo por casi dos años. Yo lo habría perdido en razón de mi lengua «comida» y de mi hurañez de castor que corría entre dos cuevas: la sala de clase, sin piso y apenas techada, y mi cuartito de leer y dormir, tan desnudo como ella. La memoria no me destila otro rocío consolador por aquellos años que el de los mocetones de la escuela, los que bien me quisieron, dándome cierta defensa contra la voz tronada de la Jefe y su gran desdén de mujer bien vestida hacia su ayudante de blusa fea y zapatos gordos. Yo había de tener tres escuelas rurales más y una «pasada» por cierto Liceo serénense. A los veinte años ingresé en la enseñanza secundaria de mi patria y rematé la carrera como directora de Liceo. A lo largo de mi profesión, yo me daría cuenta cabal de algunas desventuras que padece el magisterio, las más de ellas por culpa de la sociedad, otras por indolencia propia.
Una especie de fatalidad pesa sobre maestros y profesores; pero aquí la palabra no se refiere al «Hado»de los griegos, es decir, a una voluntad de los dioses respecto de hombre «señalado», sino que apunta a torpezas y a cegueras de la clase burguesa y de la masa popular.

La burguesía se preocupa poco o nada de los que apacientan a sus hijos y el pueblo no se acerca a ellos por timidez. Nuestro mundo moderno sigue venerando dos cosas: el dinero y el poder, y el pobre maestro carece y carecerá siempre de esas grandes y sordas potencias.

Es cosa corriente que el hombre y la mujer entren a su Escuela Nacional siendo mozos alegres y que salgan de ella bastante bien aviados para el oficio y también ardidos de ilusiones. La ambición legítima se la van a paralizar los ascensos lentos; el gozo se lo quebrará la vida en aldeas paupérrimas adonde inicie la carrera, y la fatiga peculiar del ejercicio pedagógico, que es de los más resecadores, le irá menguando a la vez la frescura de la mente y la llama del fervor. El sueldo magro, que está por debajo del salario obrero, las cargas de la familia, el no darse casi nunca la fiesta de la música o del teatro, la inapetencia hacia la naturaleza, corriente en nuestra raza, y sobre todo el desdén de las clases altas hacia problemas vitales, todo esto y mucho más irá royendo sus facultades y el buen vino de la juventud se les torcerá hacia el vinagre.

El ejercicio pedagógico, ya desde el sexto año, comienza a ser trabajado por cierto tedio que arranca de la monotonía que es su demonio y al cual llamamos vulgarmente «repetición». Se ha dicho muchas veces que el instructor es un mellizo del viejo Sísifo dantesco. Ustedes recuerdan al hombre que empujaba una roca hasta hacerla subir por un acantilado vertical. En el momento en que la peña ya iba a quedar asentada en lo alto, la tozuda se echaba a rodar y el condenado debía repetir la faena por los siglos de los siglos. Realmente la repetición hasta lo infinito vale, si no por el infierno, por un purgatorio. Y cuando eso dura veinte años, la operación didáctica ya es cumplida dentro del aburrimiento y aun de la inconsciencia.

El daño del tedio se parece, en lo lento y lo sordo, a la corrosión que hace el cardenillo en la pieza de hierro, sea él un cerrojo vulgar o la bonita arca de plata labrada. El cardenillo no se ve al comienzo, sólo se hace visible cuando ya ha cubierto el metal entero.

Trabaja el tedio también como la anemia incipiente; pero lo que comienza en nonada, cunde a la sordina, aunque dejándonos vivir, y no nos damos cuenta cabal de ese vaho que va apagándonos los sentidos y destinándonos a la vez el paisaje exterior y la vida interna. Los colores de la naturaleza y los de nuestra propia existencia se empañan de más en más y entramos, sin darnos mucha cuenta de ello, en un módulo moroso, en las reacciones flojas y en el desgano o desabrimiento. El buen vino de la juventud, que el maestro llevó a la escuela, va torciéndose hasta acabar en vinagre, porque la larga paciencia de este sufridor ya ha virado hacia el desaliento. Guay con estos síntomas cuando ya son visibles: es lo de la arena invasora que vuela invisible en el viento, alcanza la siembra, la blanquea, la cubre y al fin la mata.

Bien solo que está el desgraciado maestro en casi todo el mundo, porque este mal que cubre nuestra América del Sur casi entera, aparece también en los prósperos Estados Unidos, domina buena parte de Europa y sobra decir que infesta el Asia y el África.

Si el instructor primario es un dinámico, dará un salto vital hacia otra actividad, aventando la profesión con pena y a veces con remordimiento: la vocación madre es y fuera de su calor no se halla felicidad. Lo común, sin embargo, no es dar este salto heroico o suicida; lo corriente es quedarse, por la fuerza del hábito, viviendo en el ejercicio escolar como menester que está irremediablemente atollado en el cansancio y la pesadumbre. Ellos seguirán siendo los grandes afligidos dentro del presupuesto graso de las naciones ricas y de los erarios más o menos holgados; los sueldos suculentos serán siempre absorbidos por el Ejército y la Armada, la alta magistratura y la plana mayor de la política. Afligidos dije y no plañideros, pues cada instructor parece llamarse «el Sopórtalo-todo».

Con todo lo cual, nuestro gran desdeñado, aunque tenga la conciencia de su destino y de su eficacia, irá resbalando en lento declive o en despeño, hacia un pesimismo áspero como la ceniza mascada. Si es que no ocurre cosa peor: el que caiga en la indiferencia. Entonces ya él no reclamará lo suyo, e irá, a fuerza de renuncias, viviendo más y más al margen de su reino, que era la gran ciudad o el pueblecito. Con lo cual acaece que el hombre primordial del grupo humano acaba por arrinconarse y empiezan a apagarse en él las llamadas facultades o potencias del alma. El entusiasta se encoge y enfría; el ofendido se pone a vivir dentro de un ánimo colérico muy ajeno a su profesión de amor. Aquellas buenas gentes renunciadas por fuerza, que nacieron para ser los jefes naturales de todas las patrias, y hasta marcados a veces con el signo real de rectores de almas, van quedándose con la resobada pedagogía de la clase y eso que llamamos «la corrección de los deberes». Y cuando ya les sobreviene este quedarse resignados en el fondo de su almud, o sea la mera lección y el fojeo de cuadernos, esta consumación significará la muerte suya y de la escuela.

Puesto que la alegría importa a muy pocos de nuestros ciudadanos y realmente estamos solos, pavorosamente solos, para velar sobre la vida propia, cuando el tedio se ha adensado y comenzamos a trabajar como el remero de brazos caídos que bosteza con aburrimiento al mar de su amor, en este punto, ha llegado el momento de darse cuenta y echar los ojos sobre los únicos recursos que habernos y que son los del espíritu. Es preciso, cuando se llega a tal trance, salir de la zona muerta y buscar afuera de la pedagogía, pero ojalá en lugar que colinde con ella, la propia salvación y la de la escuela, a fin de que la lección cotidiana no se vuelva tan salina como la Sara de Lot.

La invención del oficio colateral trae en tal momento la salvación. Ella busca quebrar la raya demasiado geométrica de la pedagogía estática, dándole un disparadero hacia direcciones inéditas y vitales. El pobre maestro debe salvarse a sí mismo y salvar a los niños dentro de su propia salvación. Llegue, pues, el oficio segundón, a la hora de la crisis, cuando el tedio ya aparece en su fea desnudez; venga cualquiera cosa nueva y fértil, y ojalá ella sea pariente de la creación, a fin de que nos saque del atolladero.

Este bien suele obtenerse a medias o en pleno del oficio lateral. La palabra «entretener» indica en otras lenguas «mantener» o «alimentar». En verdad lo que se adopta aquí es un alimento más fresco que el oficio resabio, algo así como la sidra de manzanas bebida después de los platos pesados...

Muchos profesores: belgas, suizos, alemanes y nórdicos, aman y practican el menester colateral y el francés lo llama con el bonito nombre de metier de côté. Y ellos lo buscaron desde siempre y por la higiene mental que deriva del cambio en la ocupación, y tal vez, porque algunos se dieron cuenta de cierta vocación que sofocaron en la juventud.

Los experimentadores a quienes me conocí de cerca, mostraban como huella de su experiencia más o menos estas cualidades: una bella salud corporal, en vez del aire marchito de los maestros cargados de labor unilateral, y la conversación rica de quienes viven, a turnos, dos y no un solo mundo. Yo gozaba viendo el lindo ánimo jovial de quienes se salvan del cansancio haciendo el turno salubre de seso y mano, o sea, el casorio de inteligencia y sentidos. Todos eran intelectuales dados a alguna arte o ejercicio rural: la música, la pintura, la novela y la poesía, la huerta y el jardín, la decoración y la carpintería.

Parece que la música sea el numen válido por excelencia para ser apareado con cualquier otro oficio. Ella a todos conviene y a cada uno le aligera los cuidados; de llevar túnica de aire, parece que sea la pasión connatural del género humano. La especie de consolación que ella da, sea profunda, sea ligera, alcanza a viejos y a niños y puede lo mismo sobre el culto que sobre el palurdo. Y del consolar, la música se pasa al confortar, y hasta al enardecer, como lo hace en los himnos heroicos, tan escasos, desgraciadamente, en nuestros pueblos.

Ello tiene no sé qué poder de ennoblecimiento sobre nuestra vida y por medio de cierta purificación o expurgo sordo que realiza sobre las malas pasiones.

En una de las almas que yo más le amé a Europa, en Romain Rolland, el piano cumplía el menester de oficio colateral a toda anchura. Metido en su propio dormitorio, como si fuese hijo, el ancho instrumento hacía de compañero al maestro, tanto como la hermana ejemplar que fue Magdalena. Y tal vez a la música debió el hombre viejo la gracia de poder escribir hasta los setenta y tantos años.
El pedagogo belga Decroly tenía, por su parte, a la horticultura como el Cireneo de su dura labor de investigación sobre los anormales. En uno de los climas menos dulces de Europa, bajo la «garúa» empapadora o la neblina durable, se le veía rodeado de la banda infantil. El hombre de cuerpo nada próspero cultivaba, con primor casi femenino, sus arbolitos frutales y un jardincillo. (Él me dijo alguna vez que nos envidiaba el despejo de los cielos americanos y que no entendía el que no diésemos nuestras clases al aire libre).

Varios novelistas franceses (se trata de una raza harto terrícola) viven a gran distancia de las ciudades, repudiando la vida urbana por más de que ella parezca tan ligada a su profesión de hurgadores y divulgadores del hombre. Lo hacen por tener un acre o media hectárea de espacio verde. Y hacen bien, pues regalar a la propia casa un cuadro de hierba y flores no es niñería ni alarde, que es asegurarnos el gozo visual de lo vivo, el oreo de los sentidos y la paz inefable que mana de lo vegetal y hace de la planta «el ángel terrestre» dicho por los poetas, ángel estable, de pies hincados en el humus.

Un auge muy grande ha logrado en Europa el bueno de Tagore, a quien me hallé en Nueva York vendiendo cuadros suyos; se sabía también el descanso que da el solo pasar de la escritura larga y densa a la jugarreta de los dedos sobre la tela o el cartón. Ustedes saben que el maravilloso hombre hindú era también maestro, como que daba clases en su propia escuela, que él llamó, con recto nombre, «Morada de Paz».

Checoeslovacos, nórdicos y alemanes tiene en gran aprecio a la madera labrada por las manos. Como que ellos son dueños de bosques alpinos y renanos y de las selvas anteárticas.

Muchos maestros participan en la graciosa labor llamada carpintería rústica. Casas suyas he visto en donde no había silla, mesa ni juguete que no hubiesen salido de la artesanía familiar y todo eso no desmerecía de la manufactura industrial. Aquellos muebles toscamente naturales y pintados en los colores primarios -que vuelven después del olvido en que los tuvimos-, nada tenían de toscos, estaban asistidos de gracia y además de intimidad.

Respecto de Italia casi sobra hablar. Ella es, desde todo tiempo, la China de Europa, por la muchedumbre prodigiosa de sus oficios, por la creación constante de géneros y estilos y también porque la raza tenaz hurga incansablemente, arrancando materiales a su propia tierra y a su mar. Recordemos a María Montessori, recogedora genial de la herencia rusoniana, pero, además, brazo diseñador del mobiliario especializado de sus kindergarten. Todo él salió de su ojo preciso y de su lápiz.

A fin de no fatigarles demasiado, dejo sin decir el trabajo de la pequeña forja del hierro, que tanta boga tiene ahora en la confección de piezas decorativas para los interiores de las casas. También se me queda atrás la labor de pirograbado sobre cuero, que alcanza una categoría artística subida. Y mucho, mucho más resta por decir.
No sobra recordar aquí a la California americana, zona donde la jardinería se pasa del amor a la pasión. En ese edén creado sobre el desierto mondo, los maestros se sienten en el deber de saber tanto como los jardineros de paga sobre el árbol y la flor, la poda y los injertos, los abonos y el riego. Horticultura y floricultura son allí dos oficios de todas las edades y suelen aparecérseme a la casa hasta los niños a ofrecerme servicios que suelen resultar bien válidos.

Nosotros, la gente del Sur, hemos de llegar a la misma pasión, cumpliéndose sobre terrenos muy superiores al subsuelo paupérrimo de California. Siempre se dijo que la profesión humana por excelencia, en cuanto a primogénita, es el cultivo del suelo, sea él óptimo, amable o rudo.

Les confieso que yo, ayuna para mi mal de la música e hija torcida de mi madre bordadora, a la cual no supe seguir, me tengo como único oficio lateral el jardinero y les cuento que dos horas de riego y barrido de hojas secas me dejan en condiciones de escribir durante tres más; sol e intemperie libran de ruina a los viejos: el descanso al aire libre es mejor que el de la mano sobre la mano.

El trabajo manual, todos lo sabemos, sea porque suele cumplirse a pleno aire, sea porque la fatiga de los músculos resulta menos mala que el agobio del cerebro, puede salvar en nosotros, junto con la salud, la índole jocunda, el natural alegre. Manejada con tino, y más como distracción que como faena, la labor manual se vuelve el mejor camarada y un amigo eterno. Añádase a esto aún el hecho de que su experiencia nos hace entender la vida de la clase obrera. El tajo absoluto que divide, para desgracia nuestra, a burgueses y trabajadores, viene en gran parte de la ignorancia en que vivimos sobre la rudeza que hay en el trabajo minero, en la pesquería, en ciertas industrias que son mortíferas y también en la agricultura tropical. Quien no haya probado alguna vez en su carne la encorvadura del rompedor de piedras o la barquita pescadora que cae y levanta entre la maroma de dos oleajes, y quien no haya cortado tampoco la caña en tierras empantanadas, ni haya descargado fardos en los malecones, no podrá nunca entender a los hombres toscos de cara malagestada y alma acida que salen de esas bregas. Y estos hombres suelen ser los padres de aquellos niños duros de ganar y conllevar que se sientan en nuestras escuelas.

Aunque parezca que el oficio segundón es siempre mero recreo, él suele tomar un viraje utilitario. Vi en Europa que maestros jubilados con pensiones irrisorias, que ya no les valen, a causa de la desvalorización de la moneda, se han puesto a mercar con la artesanía aprendida como mero deporte. Así viven ellos hoy, y van sacando a flote su pan, de modo que el menester colateral fue promovido a oficio único y da de comer, y paga al viejo médico y medicinas.

Algunos de ustedes se van a decir ahora: «¿Y por qué a Gabriela le importa tanto defenderse del tedio y quiere poner solaz a una profesión cuya índole siempre será dura y producirá agobio?».

Yo les respondo que la felicidad, o a lo menos el ánimo alegre del maestro, vale en cuanto a manantial donde beberán los niños su gozo, y del gozo necesitan ellos tanto como de adoctrinamiento.
1949.

El título es comprobación de cultura

Yo no tengo el título, es cierto, mi pobreza no me permitió adquirirlo y este delito, que no es mío sino de la vida, me ha valido el que se me niegue por algunos, la sal y el agua.

Yo y otros conmigo, pensamos que un título es una comprobación de cultura. Cuando esta comprobación se ha hecho de modo irredargüible, por dieciocho años de servicio y a una labor literaria, pequeña pero efectiva, se puede decir, sin que pedir sea imprudencia o abuso. Usted no conoce mi vida de maestra y yo voy a resumirla en cuatro líneas porque la sé noble de toda nobleza para que no la tome en cuenta: Con la obediencia y el deseo de servir de una empleada pública, accedí a ir a Magallanes, dejando atrás familia y todo, a 'reorganizar' el Liceo de Punta Arenas. Un pueblo entero, desde el obrero de la federación hasta los capitalistas pueden decir en qué forma cumplí mi comisión. El Liceo de Temuco se encontraba en un caos de luchas eternas y desorden, cuando el Gobierno me mandó allá. He conseguido llevar a él la paz, verdad es que todas las profesoras son tituladas.

Trabajé años antes en una colección de poesías escolares (y trabajo en una de cantos) para los textos de lectura que sirven en todos los colegios. Todo esto es labor escolar, no literaria.

Me dice usted en el acápite final de su tarjeta que «no abuse de mi gloria». No la tengo, mi distinguida compañera. Si la tuviese, no se me negaría el derecho a vivir, porque una gloria literaria es tan digna de la consideración de un país como una gloria pedagógica, y los pueblos cultos saben estimarla como un valor real, y saben defender a quien la tiene, del hambre y del destierro. No la tengo; pero he contribuido mucho a que en América no se siga creyendo que somos un país exclusivamente militar y minero, sino un país con sensibilidad, en el que existe el arte. Y el haber hecho esto por mi país, creo que no me hace digna de ser excluida de la vida en una ciudad culta, después de dieciocho años de martirio en provincias.

Me enterneció su párrafo sobre sus hijos. Usted no quería ir a Temuco, porque no les faltara sol que es la vida. Yo también tengo, compañera, una madre anciana a quien no puedo llevar a los peores climas y a quien no veo, por esto, hace cuatro años. Estoy absolutamente de acuerdo con usted en sus merecimientos para una Dirección; lo estoy desde que, cuando iba usted a Arica, deseé y trabajé porque fuera a Temuco, en mi lugar. Me dolió, como en carne propia, todo cuanto usted sufrió con la anulación de su nombramiento. No sólo es usted una profesora distinguida: es una gran mujer buena, un elevado y puro corazón, y la siento entre la gente privilegiada que ha dado mi provincia: Magallanes, Silva, Mondaca, Molina, García Guerrero, etc. Y esto no lo digo sólo en esta carta: lo he dicho en todas partes y a pesar de las amarguras que para mí ha tenido la campaña por el Liceo 6..



Su labor pedagógica en México

«Ha sido para la pequeña maestra chilena una honra servir por algún tiempo a un gobierno extranjero que se ha hecho respetable en el Continente por una labor constructiva de educación tan enorme, que sólo tiene paralelo digno en la del gran Sarmiento. No doy a las comisiones oficiales el valor sino por la mano que las otorga, y he trabajado con complacencia bajo el Ministerio de un Secretario de Estado cuya capacidad, por extraña excepción en los hábitos políticos de nuestra América, está a la altura de su elevado rango, y, sobre todo, de un hombre al cual las juventudes de nuestros países empiezan a señalar como pensador de la raza, que ha sido capaz de una acción cívica tan valiosa como su pensamiento filosófico. Será en mí siempre un sereno orgullo haber recibido de la mano del Licenciado señor Vasconcelos el don de una escuela en México y la ocasión de escribir para las mujeres de mi sangre en el único período de descanso que ha tenido mi vida».
México, 31 de julio de 1923.


Carta a Virgilio Figueroa

Puerto Rico, 1933.
«Cuando llegué a México, la reforma estaba realizada en la mayor parte de sus puntos capitales; mucho más que dar, yo he tomado ¡deas de ella, recordando siempre al creador y jamás pasó por mi cabeza el pensamiento necio y malo de arrebatar la gloria de un pensamiento pedagógico original a un hombre que ya me honró lo bastante regalándome una escuela en su país y asociándome en su trabajo como simple colaboradora. Mientras algunos amigos atolondrados me atribuían esa obra que excede mis posibilidades, un grupo de amigos del jefe, me negaba cualquier trabajo cumplido en México durante mis dos años de residencia. La verdad es que yo no desarrollé casi ninguna actividad en la capital, primero porque la escuela de mi nombre tuvo en sus orígenes una tendencia ideológica que chocaba con alguna de mis doctrinas más acérrimas, como la propaganda del control de la natalidad, y segundo, porque la altura de la capital mexicana era y es lo suficientemente superior para que un extranjero no pretenda llevar su ayuda allí en vez de echar su atención sobre el formidable problema de la educación indígena campesina.

Mi viaje continuo y minucioso por el campo de algunos estados mexicanos, no fue “el paseo para disfrutar del paisaje” que han dicho las profesoras aludidas, sino una gira de conferencias familiares con los maestros de ciudades y aldeas, en Puebla, Michoacán, etc. El punto ha sido noblemente fijado en mi favor por los inspectores escolares de esas regiones y estos documentos claros y rotundos los conservo en mi poder. No he querido publicarlos por no aparecer en la actitud polémica, para mí bastante odiosa, respecto de un país a quien yo debo generosidades numerosas y atenciones de la más fina calidad moral».



Decálogo de la maestra

  1. AMA. Si no puedes amar mucho, no enseñes niños.
  2. SIMPLIFICA. Saber es simplificar sin restar esencia.
  3. INSISTE. Repite como la naturaleza repite las especies hasta alcanzar la perfección.
  4. ENSEÑA con intención de hermosura, porque la hermosura es madre.
  5. MAESTRO. Sé fervoroso. Para encender lámparas has de llevar fuego en tu corazón.
  6. VIVIFICA tu clase. Cada lección ha de ser viva como un ser.
  7. CULTÍVATE. Para dar hay que tener mucho.
  8. ACUÉRDATE de que tu oficio no es mercancía sino que es servicio divino.
  9. ANTES de dictar tu lección cotidiana mira a tu corazón y ve si está puro.
  10. PIENSA en que Dios te ha puesto a crear el mundo de mañana.
Desolación.

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Mujer

La instrucción de la mujer

Especial para La Voz de Elqui.


Retrocedamos en la historia de la humanidad buscando la silueta de la mujer, en las diferentes edades de la Tierra. La encontraremos más humillada y más envilecida mientras más nos internemos en la antigüedad. Su engrandecimiento lleva la misma marcha de la civilización; mientras la luz del progreso irradia más poderosa sobre nuestro globo, ella, agobiada va irguiéndose más y más.

Y, es que a medida que la luz se hace en las inteligencias, se va comprendiendo su misión y su valor y hoy ya no es la esclava de ayer sino la compañera igual. Para su humillación primitiva, ha conquistado ya lo bastante, pero aún le queda mucho que explorar para entonar un canto de victoria.

Si en la vida social ocupa un puesto que le corresponde, no es lo mismo en la intelectual aunque muchos se empeñen en asegurar que ya ha obtenido bastante; su figura en ella, si no es nula, es sí demasiado pálida.
Se ha dicho que la mujer no necesita sino una mediana instrucción; y es que aún hay quienes ven en ella al ser capaz sólo de gobernar el hogar.

La instrucción suya, es una obra magna que lleva en sí la reforma completa de todo un sexo. Porque la mujer instruida deja de ser esa fanática ridícula que no atrae a ella sino la burla; porque deja de ser esa esposa monótona que para mantener el amor conyugal no cuenta más que con su belleza física y acaba por llenar de fastidio esa vida en que la contemplación acaba. Porque la mujer instruida deja de ser ese ser desvalido que, débil para luchar con la Miseria, acaba por venderse miserablemente si sus fuerzas físicas no le permiten ese trabajo.

Instruir a la mujer es hacerla digna y levantarla. Abrirle un campo más vasto de porvenir, es arrancar a la degradación muchas de sus víctimas.

Es preciso que la mujer deje de ser mendiga de protección; y pueda vivir sin que tenga que sacrificar su felicidad con uno de los repugnantes matrimonios modernos; o su virtud con la venta indigna de su honra.
Porque casi siempre la degradación de la mujer se debe a su desvalimiento.

¿Por qué esa idea torpe de ciertos padres, de apartar de las manos de sus hijos las obras científicas con el pretexto de que cambie su lectura los sentimientos religiosos del corazón?
¿Qué religión más digna que la que tiene el sabio?
¿Qué Dios más inmenso que aquel ante el cual se postra el astrónomo después de haber escudriñado los abismos de la altura?

Yo pondría al alcance de la juventud toda la lectura de esos grandes soles de la ciencia, para que se abismara en el estudio de la Naturaleza de cuyo Creador debe formarse una idea. Yo le mostraría el cielo del astrónomo, no el del teólogo; le haría conocer ese espacio poblado de mundos, no poblado de centellos; le mostraría todos los secretos de esas alturas. Y, después que hubiera conocido todas las obras; y, después que supiera lo que es la Tierra en el espacio, que formara su religión de lo que le dictara su inteligencia, su razón y su alma. ¿Por qué asegurar que la mujer no necesita sino una instrucción elemental? [...]

Lucila Godoy y Alcayaga.
La Voz de Elqui, Vicuña, jueves 8 de marzo de 1906.


Nuevos horizontes a favor de la mujer

Un grupo de diputados ha presentado a la Cámara un sencillo proyecto de ley de considerable alcance en favor de la mujer, porque le abre nuevos horizontes de trabajo, porque tiende a procurarle un campo de acción más extenso, de acuerdo con sus aptitudes, con sus facultades y con su sexo mismo.

Se trata de conceder una considerable rebaja en la patente a aquellas tiendas de género cuyo personal sea femenino en sus tres cuartas partes. La rebaja que, por este capítulo, sufran los Municipios donde se implante esta medida, será compensada con un aumento de la patente que pagan los negocios de bebidas alcohólicas.

Nada más justo, más lógico, más natural que este proyecto.
Digamos aún que con él se trata de poner término a una verdadera vergüenza para el sexo masculino.
¿No es verdad, en efecto, que los dependientes de tiendas de trapo, que cortan metros de cintas, se muestran peritos en barbas de corsés y en otros adminículos netamente femeninos, están usurpando un puesto, un trabajo, una ocupación que, de derecho, pertenece a la mujer?
La prensa se ha ocupado varias veces de estas anomalías; pero sus bien intencionadas indicaciones no han tenido resultado, es bueno que se haga, por ministerio de la ley, lo que debió hacerse por la dignidad del sexo.

Lo único que habría que pedir, es que cuando estas ocupaciones sean desempeñadas por mujeres, los patrones paguen los mismos sueldos de cuando eran disfrutadas por los hombres. Porque pasa al respecto una cosa curiosa, que constituye, en el fondo, una injusticia y una iniquidad: cuando una mujer ocupa un puesto que antes era desempeñado por un hombre, en el acto disminuye el sueldo...
Gabriela Mistral.
La Unión, Punta Arenas, 21 de febrero de 1919.


Feminismo

La entrada de la mujer en el trabajo, este suceso contemporáneo tan grave, debió traer una nueva organización del trabajo en el mundo. Esto no ocurrió y se creó con ello un estado de verdadera barbarie sobre el que yo quiero decir algo. Con lo cual empezaré a entregar mi punto de vista sobre el feminismo, para aliviarme de un peso.

La llamada civilización contemporánea, que pretende ser un trabajo de ordenación material e intelectual, una disciplina del mundo trastrocado hasta esta hora no ha parado mientes en la cosa elemental, absolutamente primaria, que es organizar el trabajo según los sexos.

La mujer ha hecho su entrada en cada una de las faenas humanas. Según las feministas, se trata de un momento triunfal, de un desagravio, tardío, pero loable, a nuestras facultades, según ellas, paralelas a las del varón. No hay para mí tal entrada de vencedor romano, no hay tal éxito global.

La brutalidad de la fábrica se ha abierto para la mujer; la fealdad de algunos oficios, sencillamente viles, ha incorporado a sus sindicatos a la mujer; profesiones sin entraña espiritual, de puro agio feo, han acogido en su viscosa tembladera a la mujer. Antes de celebrar la apertura de las puertas, era preciso haber examinado qué puertas se abrían y antes de poner el pie en el universo nuevo había que haber mirado hacia el que se abandonaba, para mesurar con ojo lento y claro.

La mujer es la primer culpable: ella ha querido ser incorporada, no importa a qué, ser tomada en cuenta en toda oficina de trabajo donde el dueño era el hombre y que, por ser dominio inédito para ella, le parecía un palacio de cuento. No puede negarse que su inclusión en cada uno de los oficios masculinos ha sido rápida. Es el vértigo con que se rueda por un despeñadero. Ya tenemos a la mujer médico (¡alabado sea este ingreso!); pero frente a esto tenemos a la mujer «chauffer»; frente a la abogado de niños está la carrilana (obrera para limpiar las vías); frente a la profesora de Universidad, la obrera de explosivos y la infeliz vendedora ambulante de periódicos o la conductora de un tranvía. Es decir, hemos entrado, a la vez, a las profesiones ¡lustres y a los oficios más infames o desventurados.

Es todo un síntoma de estos tiempos el que en el último«Congreso Internacional Feminista», efectuado en París, haya salido de boca de mujer (y de una ilustre mujer representativa) la proposición que dio la prensa francesa de que «debían abolirse una a una las leyes que, concediendo algunos privilegios a la mujer en el trabajo, le crean una situación de diferencia respecto del hombre». Esta proposición, de un absurdo que supera a todo objetivo, comprende la supresión de la llamada «ley de la silla» la supresión de la licencia concedida a la obrera un mes antes y otro después del alumbramiento, etcétera...

Revista Universitaria, Santiago, mayo de 1927.



Sobre la mujer chilena

A veces, yendo por las entrañas mismas de la Cordillera, se descubre una casa perdida y como «dejada de Dios y de los hombres». El intruso que llega llama con palmotadas, gritos; la puerta se abre, y una mujer hace pasar al novedoso.

Vecindad ninguna tiene la casa; la primera aldea le queda a cincuenta kilómetros y todo es allí un silencio búdico, roto por rodados de piedras y en invierno por torrenteras.

Pero, en entrando, el tremendo lugar se anubla de golpe como en los sueños. Porque allí hay un fuego, un buen olor de comida -sacada de no se sabe dónde- y un buen dormir: hay una vida humana y humanísima muchas veces.

A poco mirar y oír, se sabe que ese refugio metido en las alturas de los buitres es la industria de sólo una mujer. Porque el hombre cordillerano no sabe ni hace otra cosa que bajar a la mina, jadear persiguiendo las vetas y dinamitar peñas. Él no cuida de sí, él no acierta a ablandarse un nido, al igual del buitre. Si no tiene a su costado a esta mujer, él resbala, día a día, hacia la barbarie de los primeros indios. Y la índole de acción pura, de acción a todo trance que es la del varón chileno, desde Lautaro a Portales, parece arrebatar a su propia compañera, arrancándola a los quicios del sedentarismo y volviéndola su semejante.

La mujer que vive junto a su ave de presa sobre la acidez de esas cumbres, resulta ser, conjuntamente, un fenómeno y... una chilena que se halla en cualquier parte, sea en las islas extremosas del sur, sea en Nueva York o en París. Esta Ximena blanca o esta Guacolda parda hacen legión y cubren la mitad del territorio.

La llaman constantemente «una temperamental», y el punto de arranque de su arrebato es casi siempre un amor absoluto de cuya llama saltan las más cuerdas acciones y las más desatadas fantasías. Esta blanca o mestiza sigue al hombre al desierto de la sal, sin rezongarle por su destierro; la muy valerosa cría seis hijos en el Valle Central, estirando un salario que sólo da para dos; ella suele emigrar por no perder a su vagabundo nato, hacia las provincias argentinas o hacia California, donde pelea su pan entre la extranjería; y si es moza y llega a escuelas, también allí vence en ejercicios de creación o en el arte sutil de crear un convivio...

Política y Espíritu, Santiago, mayo de 1946.


La reforma agraria

Tal vez el amor de la tierra por el que la cultiva esté en relación con la dosis angustiada en que éste la ha recibido.

Ellas sí no han pecado, las buenas gentes, del pecado americano por excelencia, que es la botaratería del suelo, la lujuria de la ocupación y la necesidad del baldiísmo. Si hay gentes que merecen en Chile el reparto agrario el cual corrija la ignominia de cuatro siglos de despojo del campo al peón, ésas son las primeras a las que habría que desagraviar por la vieja ofensa y recompensar por las largas lealtades. El latifundio chileno forma parte del bloque de la crueldad conquistadora y colonial; pero teniendo una porción grande, delito tiene más, mucho más aún de estupidez y de estupidez criolla. El gran pecador es aquí el Estado; se exhibe con una imbecilidad verdaderamente 'soberana'.
París, 1928.



El suelo y la cultura

Donde la tierra es bárbara de matorral ciego y de peñascos, está bárbaro el hombre, aunque tenga escuelas, plazas y portadas ostentosas de haciendas. Bárbaras son éstas que pasan inacabablemente por la ventanilla del tren, y que hieren los ojos al mediodía con su aridez hecha resplandor.

Lo menos que el hombre puede hacer por la tierra es la distribución racional de las aguas, conducir al elemento maravilloso, en sabia red de canales. Toda cultura empieza por la tierra; entre nosotros, la cultura ha querido empezar por el bachillerato... El campesino es el hombre primero, en cualquier país agrícola; primero por su número, por su salud moral, por la noble calidad de su faena civil, sustentadora de poblaciones, y el primero, principalmente, porque ha domado el suelo, como el curtidor sus pieles, y lo maneja después de cien años, con una dulzura como dichosa.

En Chile el campesino emigra hacia las ciudades, cansado de su salario de uno o dos pesos, cansado de las aldeas sin médico, con maestro malo y sin habitación humana; en esta provincia emigra, después, por la sequía.

Nuestra barbarie rural es enorme (hablo de la chilena en general). La etapa del obrerismo es bueno que pase: el obrero ha sido escuchado; ahora hay que mirar hacia el campo, y recoger su vergüenza en los ojos.
El suelo y la cultura, «Una Provincia en desgracia: Coquimbo»
.
El Mercurio, 13 de septiembre de 1925.


El latifundio

Defienden algunos el latifundio con argumentos como éste: «Si se crea absolutamente la pequeña propiedad, al desparecer el dueño de una extensión vasta de suelo, desaparece también la posibilidad de hacer cualquiera empresa agrícola en grande, los canales de riego, los tractores costosos. El menudo campesino se come lo que saca de la tierra y el capital de éste no existe».

Pues, Illapel y Combarbalá son latifundio puro, y ya sabemos lo que en cien años han hecho por la tierra. La sequía ha encontrado a los campesinos sin cooperativas y sin ahorros, que no se ahorra con un salario inicuo. En otros países, las sociedades agraristas tiene siempre en caja fondos para afrontar un año, por lo menos, de malas cosechas. La falta de organización campesina es otro dato de barbarie.

El suelo y la cultura, «Una Provincia en desgracia: Coquimbo».
El Mercurio, 13 de septiembre de 1925.

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